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“Un otro lugar posible” Sobre el trabajo clínico-vincular en procesos de adopción

  • Artículos
  • Infancias y adolescencias
  • N° 3

Lic.Prof. Natalia del Rosario Galante (UNLP) MN 62290 Psicóloga del Programa Acogimiento Familiar, dependiente del Consejo de Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes de Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Concurrente psicóloga del GCBA -Hospital Carolina Tobar García, especializado en Clínica Infanto-Juvenil.

Introducción

El presente trabajo pretende dar cuenta de mi pasaje por el Equipo de Vinculaciones y Adopción, del Hospital Carolina Tobar García; lugar donde profundicé conceptos que se articulan a mi práctica profesional por fuera del Hospital, en un Programa que trabaja con niños y niñas alojados/as en familias de tránsito. Será objeto de esta reflexión la evaluación de la disposición adoptiva en un trabajo clínico terapéutico con un niño de 6 años, llevada a cabo de julio a diciembre de 2019.

Breve descripción del dispositivo

El Equipo de Vinculaciones y Adopción interviene en los procesos vinculares de niños, niñas y adolescentes (de aquí en adelante, NNA) que se encuentran separados de su ámbito familiar por una Medida de Protección Excepcional de Derechos. Los mismos pueden ser con sus referentes familiares, con sus guardadores o tutores, o bien cuando deben iniciar un vínculo por adopción; comprendiendo que el acompañamiento profesional interdisciplinario opera preventivamente a fin de evitar fracasos en estas instancias, y sus consecuentes daños psíquicos.

Previo al encuentro con el NNA, el equipo toma contacto con los organismos intervinientes en su situación a los fines de conocer el contexto del que partirá la intervención, solicitada por efectores judiciales o defensorías.

Además el equipo realiza espacios de trabajo individuales y grupales a los fines de profundizar sobre los proyectos adoptivos de postulantes inscriptos (o en proceso de inscripción) al Registro Único de Aspirantes a Guardas Pre Adoptivas (RUAGA).

Quiero con esto destacar la importancia de la tarea. No son muchos los servicios abocados a realizar una labor semejante, que dé voz y voto a los procesos que viven niños, niñas y adolescentes alojados/as en hogares convivenciales y/o en familias de tránsito de Ciudad y Provincia de Buenos Aires. Este equipo en el Tobar levanta bandera y efectiviza el artículo 12 de la Convención de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (Art.24 de la Ley 26.061 del ámbito nacional, y Art. 17 de la Ley 114 que rige en el GCBA), que establece el derecho de cada NNA a expresar su opinión libremente en todos los asuntos que lo/a afectan y el subsiguiente derecho de que esas opiniones sean tenidas debidamente en cuenta, en función de su edad y madurez.

Podemos decir que cada NNA tiene su manera de ingresar al dispositivo. Pero con los más pequeños, el juego como contenido en sí mismo, constituye la vía privilegiada para el abordaje.

En consonancia con una perspectiva de derechos desde la cual nos situamos, Jorge Fukelman (2013) define al juego como “el espejo en el que un sujeto es reconocido como niño”. En el juego se pone -justamente- “a jugar” una pérdida, una ausencia (fort-dá de Freud). Graciela Scheines agrega: “lo que se juega se conjura, se domestica, se incorpora con naturalidad a la vida” (Calmels, 2004).

El juego, que consiste en reunir objetos o fenómenos de la realidad exterior y usarlos al servicio de una muestra derivada de la realidad interna o personal, constituye una experiencia creadora que escapa a todas las limitaciones habidas y por haber (Winnicot, 1971).

 

Sobre los niños, niñas y adolescentes que llegan al dispositivo.

La mayoría de los NNA poseen historias de vida complejas. Desde su ingreso al hogar o a la familia de acogimiento, se han visto expuestos a pérdidas de diversos tipos, entre ellas: de carácter físico y material (objetos, lugares, hábitos y costumbres); socio-emocionales (otros primordiales y personas significativas en su vida), y pérdidas socio-culturales, debiendo incorporarse a un nuevo entorno donde hay pautas, relaciones, rutinas, valores y costumbres diferentes a lo ya conocido.

La elaboración de las pérdidas derivadas principalmente de la separación del grupo familiar de origen en muchos está en proceso, y en otros aún siquiera ha comenzado.

 

Presentación del caso

Hablaré de un niño a quien llamaré Nicolás, de seis años de edad, quien concurrió al Hospital en julio del 2019 por requerimiento del Juzgado. Se nos solicitaba, frente al decreto de adoptabilidad, la evaluación de la disposición adoptiva tanto de él como de su hermana de 10 años.

Ambos residían en un hogar convivencial de Ciudad de Buenos Aires desde julio de 2017, en el marco de una Medida de Protección Excepcional de Derechos.

La misma fue tomada a partir de una denuncia de un ciudadano, quien encontró a la progenitora con Nicolás y sus hermanos en la vía del tren, en intentos de quitarse la vida junto a ellos: “Si no puedo más, los llevo conmigo”, fueron sus palabras. Observamos aquí en el origen, la presencia de un amor tan pero tan intenso capaz de aniquilar, donde la muerte se presenta como la única alternativa posible frente al dolor de vivir.

Ante estos hechos, los niños fueron llevados a la guardia de un hospital donde se constataron situaciones de maltrato y violencia por parte del progenitor, quien agredía también físicamente a su madre. La mujer es internada para comenzar tratamiento, y, al no contarse con red familiar que pudiera hacerse cargo de los cuidados de los niños, se toma la medida y ellos ingresan al Hogar.

Allí se vincularon con su progenitora hasta octubre del 2018, momento en que ella desaparece sin despedirse, y sin dejar contacto alguno para su ubicación.

Cuando Nicolás llega a nuestro hospital, se encuentra cursando su primer grado. Impresiona ser un niño más pequeño para su edad (presenta bajo peso y se encuentra por indicación pediátrica con una dieta hipercalórica).

Al primer encuentro ingresa tímido, acompañado por su referente del hogar convivencial. Luego de presentarnos y hablar de los motivos por los cuales se inicia el espacio, se le propone jugar y es así como comienza a interactuar con mayor soltura, haciéndonos preguntas.

A la par que se inicia el trabajo en el hospital, el equipo técnico del Hogar nos refiere que Nicolás se angustia en lo cotidiano generalmente cuando tiene que elegir y decidir algo, como por ejemplo qué ropa ponerse, o qué comprarse en el quiosco. El equipo lo ayuda anticipando opciones y posibilidades.

Nos cuentan también que en el colegio presentó algunas conductas disruptivas señaladas por el plantel docente tales como salidas abruptas del aula, llanto y gritos pidiendo por su mamá. Allí no había ningún referente que pudiera versar una continuidad sobre Nicolás, dado que se habían llevado a cabo varios cambios de docente por licencias del personal de planta, y el grupo de alumnos había atravesado por diversas maestras con suplencias temporales.

Los encuentros con Nicolás transcurrieron entre conversaciones y juegos varios.

En un primer momento fueron eje las adivinanzas sobre objetos y cosas que él deseaba, respondiendo “calentito”, “tibio” o “frío” a nuestras respuestas. El juego iba tomando forma en “el entre”, en los intersticios de aquellas miradas y gestos expectantes. Nicolás solía hacernos preguntas por nuestros deseos, pero disfrutaba más del momento en que éramos nosotras quienes debíamos decodificarlo y descifrar el enigma, su enigma. Aparecieron así entre sus elecciones una pista de autos para jugar, una pileta, y también “una casa y una familia nueva”. Probablemente, por la lectura de sus gestos y la modalidad que asumía en este juego, no supiera bien qué era lo que realmente deseaba… pero “algo” de toda esa duda era puesta a jugar, recortando él opciones con el soporte de un otro.

Con bloques, construyó en dos oportunidades estructuras con caracteres afines: una casa con “unos guardias” en la puerta donde convivían “diferentes animales que se protegían entre sí”; y una “fortaleza” con una barrera y gente cuidando en la entrada, no habiendo “nada del otro lado, sólo aguas profundas”.

En otras escenas lúdicas puso a jugar roles familiares y rutinas (de alimentación, de preparación para ir al colegio, de salidas, etc.). Jugó a ser padre y jugó también a ser hijo, pidiendo que lo llevemos en cochecito. Esto nos daba alguna pauta de que podía -a través del juego-, ubicarse como sujeto de cuidados (a diferencia de otros niños más grandes donde este lugar muchas veces se presenta como algo a construir)

Con muñecos de animales una vez inventó una historia donde aparecía un papá y un hijo caballo; un amigo “salvaje” (el tigre) que los protegía; y una mamá-pata voladora que lo llevaba al papá a comprar comida y luego desaparecía, se caía, se golpeaba…. Entonces se sumaba al viaje una abuela que la acompañaba y -desde otro avión- le sostenía el vuelo. En esa sesión, Nicolás nos preguntó si podía quedarse con la mamá-pata voladora, a lo cual accedimos.

En otro encuentro dibujó en el plano (de izquierda a derecha) un sol, una copiosa lluvia y un arcoiris hacia el centro de la hoja. Luego agregó copos de nieve sobre el margen derecho.

Entendiendo al dibujo como una forma precoz de escritura y de registro (Flesler, 2011) y sumando los aportes de una lectura proyectiva a la luz de su historia, podríamos pensar que este dibujo refleja transición y transformaciones: En el pasado, el sol; hoy, en el presente (centro de la hoja) hay lluvia y hay arcoiris a la vez; hacia el futuro (margen derecho de la hoja), hay copos de nieve cual puntos suspensivos en una historia, hay incertidumbre.

A partir de estas viñetas de juego y las conversaciones sostenidas con Nicolás, se pudo pesquisar que el niño no estaba todavía tan seguro frente a la llegada de una nueva familia como sí manifestaba estarlo su hermana de 10 años.

Cada vez que la temática de la adopción se abría, aparecían en él conductas evitativas, muy contrarias a todo aquello que surgía cuando algo le generaba placer y curiosidad.

Nicolás aún estaba jugando la pérdida de esa mamá que “voló”, que desapareció de su vida sin mediar aviso. Lo “estable” hoy para él lo representaba el hogar…

Habría entonces que destrabar primero barreras y “re-ubicar” a algunos “guardadores” para abrir la puerta a construir “otro lugar posible”.

 

En este marco..

¿Cómo concluir una respuesta a un juzgado, sabiendo que se trabaja con tiempos lógicos, no cronológicos, de sujetos-niños que seguirán elaborando, escribiendo y redefiniendo su historia con el transcurrir de la vida?

Desde el equipo informamos que, si bien Nicolás puso en palabras su deseo de llegada de una nueva familia, se encontraba aún en proceso la elaboración de su historia familiar anterior. Aunque se mostraba atento a las vinculaciones de otros niños en el hogar y manifiestaba estar a la espera de la llegada de una familia, se lo observaba aún en proceso de subjetivación de su estado de adoptabilidad, no siendo al momento un proyecto por él investido.

Se sugirió entonces el respeto de sus tiempos (respecto de los de su hermana), y se indicó una preparación exhaustiva de quienes fueran seleccionados como aspirantes a su guarda pre adoptiva, poniéndose el equipo a disposición para lo requerido en un posterior trabajo vinculatorio.

 

Comentarios finales

El dispositivo apunta a producir como efecto la restitución de la infancia; instalando o recuperando lugares en acto: el lugar de niño, de la palabra, del juego, del cuidado, del afecto y de la confianza (Lombardi, López, Nístico y Valencia, 2018). En suma, y retomando la situación de Nicolás en la instancia legal mencionada, acompañarlo en la construcción de un entramado simbólico que permita la elaboración de la ausencia de esos otros que tempranamente han caído, dará lugar a su disposición adoptiva y la consecuente habilitación de nuevos vínculos.

El desafío y la responsabilidad es grande: asistir, sostener y acompañar a los NNA bajo Medidas de Protección Excepcionales de Derecho, buscando evitar situaciones que revictimicen su condición subjetiva.

Frente a la intervención de tantos actores en los expedientes judiciales, puedo decir que desde el Equipo de Vinculaciones y Adopción se apuesta, a través de encuentros de expresión lúdica, por un acercamiento a nivel subjetivo, muchas veces en este contexto olvidado.

Con este escrito, y como alguien que trabaja en el campo, quiero resaltar la

importancia de dispositivos así, que dan lugar, efectivamente, a un decir que parte de los/as NNA.

 

Bibliografía

❖ Calmels Daniel (2004). Juegos de crianza. El juego corporal en los primeros años de vida, Buenos Aires, Editorial Biblos.

❖ Freud, S. (2007) Más allá del principio de placer, Obras Completas Tomo XVIII, 7-62. Buenos Aires, Amorrortu.

❖ Fukelman, J. (2013). Notas de lectura. Lecturas Clínicas. Material de circulación interna. Buenos Aires.

❖ Galli, J. y Viero F. (2001). El fracaso en la adopción. Prevención y reparación. Madrid, Editorial Grupo 5 Acción y Gestión Social 5.

❖ Lombardi, L., López, Y., Nístico, L. y Valencia, G. (2018) Madre no hay una sola. Disponible en TOPIA, sitio de psicoanálisis, sociedad y cultura: https://www.topia.com.ar/articulos/madre-no-hay-una-sola

❖ Lombardi, L., López, Y., Nístico, L. y Valencia, G. (2019) Lo omitido en los procesos de adopción: La disposición adoptiva. Nota publicada en Página 12. Disponible en: https://www.pagina12.com.ar/242367-la-disposicion-adoptiva

❖ Winnicott, D. (1971) Realidad y juego. Barcelona: Gedisa.