Hablar de las niñeces y de las adolescencias en clave de Salud Mental y Derechos Humanos nos invita a pensar en el desarrollo de políticas en la Infancia. Nos centraremos principalmente en el cambio de paradigma que tuvo lugar a partir del año 2005 con la sanción de la Ley Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes Nº26.061 y la derogación de la Ley de Patronato Nº10.903. Ese avance legislativo consolida la concepción de niñxs y adolescentes como sujetos de derecho.
Si bien tanto profesionales de la salud como de la educación y de la justicia se encuentran enmarcados en este paradigma, aún nos encontramos con prácticas que consideran a niñxs y adolescentes como objetos de control.
Una de dichas prácticas objetivantes resulta de la medicalización de las infancias, reduciendo el sufrimiento psíquico a categorías diagnósticas que estigmatizan a niñxs y adolescentes.
En mi paso por dos Servicios Locales, en los cuales me desempeñé como psicóloga, me encontré con intervenciones de profesionales que discursivamente defienden el sistema de protección integral pero sus intervenciones demuestran lo contrario. Omisiones o sobre-intervenciones que resultan violentas en tanto que impiden el reconocimiento del otrx como semejante, deshumanizándolx.
A partir de esa experiencia laboral me pregunto ¿Cuál es nuestro rol frente a estas situaciones?, ¿cómo desterramos el viejo paradigma tutelar de las prácticas profesionales?, ¿cómo evitamos que se burocraticen las intervenciones que dejan por fuera al sujeto?, ¿cómo logramos que niñxs y adolescentes sean escuchadxs? A estos interrogantes se le suma la pregunta del ejercicio profesional ante la presencia de una pandemia que nos lleva a preguntarnos ¿Cómo garantizamos con nuestra intervención los derechos de niñxs y adolescentes en este contexto?
Con estas líneas no se pretende caer en el reduccionismo de pensar que todxs lxs profesionales actúen de la misma manera.
Simplemente son algunas observaciones que permiten abrir discusiones dentro de los distintos ámbitos laborales en los que se trabaja garantizando el pleno goce de derechos de niñxs y adolescentes. Debemos recuperar la palabra de los sujetos que solicitan nuestras intervenciones en los múltiples ámbitos. Muchas veces la urgencia de las situaciones de vulnerabilidad en la que se encuentran lxs pibxs nos llevan a intervenir rápidamente y nos impide detenernos a pensar en lo que estamos haciendo y sobre todo para quiénes lo estamos haciendo.
Celebramos encontrarnos en el camino profesional y en este número de la revista con profesionales que abandonando una posición adultocentrista, recuperan la palabra de niñxs y adolescentes considerándolxs sujetos de derecho.