Narra en primera persona los abusos que la autora recibió por parte de su tío cuando era adolescente. Allí se pone de manifiesto cómo fue juzgada por las personas que la rodean, teniendo en cuenta también el lugar de poder que ocupaba su tío siendo comisario del pueblo y teniendo una apariencia de conducta intachable.
Este libro nos permite reflexionar sobre las condiciones que llevan a las mujeres a guardar silencio tras situaciones de abuso. ¿De qué herramientas se dispone para hablar? ¿Por qué se siente tanto miedo al hacerlo?
Encontramos en esta historia la crítica a un sistema en el que muchas veces el acto de denunciar, lejos de restituir un derecho, extiende la situación de abuso.
La historia está contada a través de distintas voces: la de sus familiares y la de los empleados del poder judicial luego que ella hiciera la denuncia.
La novela se divide entre pasajes que relatan la historia de abuso con las distintas partes del expediente judicial que inició, incluidas las declaraciones testimoniales que fueron prestando lxs testigxs.
La autora expresa cómo la situación de abuso afectó su vida en general y en particular sus relaciones sexuales. Tomando sus palabras menciona que ya no se siente dueña de su cuerpo y siente culpa, culpa de que la juzguen por disfrutar del sexo después de lo que le pasó, culpa “por no ser la víctima que todos esperan”.
Recomiendo la lectura de este libro porque nos permite entender mejor la situación que atraviesan las personas que sufren abusos y las consecuencias que los mismos traen en su vida desde los distintos aspectos psicológicos, físicos y sociales, teniendo presente a su vez que cada historia es única y singular como se vislumbra en la narración de Belén.