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¿Qué hace un psicólogx en una situación crítica en curso?

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  • Salud Mental

Lic Psicología Alejandro Domínguez MP 54180 Trabajadxr del ámbito de la salud mental

Los efectos de la pandemia, el rol profesional y el acompañamiento a los equipos de salud, en contexto de hospital público

Algunas Cartografías para no extraviarnos

El desafío histórico en  la actualidad, es poder reinventar nuestra práctica como lxs pionerxs, nuestro linaje argentino, aquellas personas y personajes que marcaron nuestra práctica y  que habitaron un lugar, un sitio desde donde orientarnos,

Así como  Freud en su contexto histórico, el de la Europa victoriana y con la inminente caída del imperio austro húngaro en la guerra de 1914, un contexto social con efectos perturbadores, en  el lazo que sin embargo permitirá otras aperturas e invenciones.

Nunca han sido fáciles los acontecimientos históricos para la vida de Freud, para nosotrxs tampoco.

Actualmente  atravesamos una pandemia mundial, con las dificultades en el lazo social que esto acarrea y que todxs hemos experimentado en nuestro contexto cercano, en nuestro ámbito social, familiar, de amigxs etc.

Sin embargo como psicólogxs, tenemos una responsabilidad social, en este contexto histórico particular, inventar  es la salida, crear dispositivos, herramientas, ámbitos. Para ello tenemos un linaje en lo que respecta al psicoanálisis argentino: Marie Langer, Ana María Fernández, Enrique Pichón Riviere, Mauricio Goldenberg, Óscar Massota, José Bleger, Armando Bauleo, Luis Venzano y tantxs otrxs que han marcado una manera de proceder, un saber hacer con el padecimiento, en los momentos de desorientación.

Es sabido que el psicoanálisis en nuestras tierras tuvo una producción técnica muy  fecunda en el ámbito del hospital público, lo avalan las  experiencias en salud mental como el del servicio de psicopatología de Lanús, en sus comienzos con Goldenberg y la creación de dispositivos para el naciente servicio, donde realizaban experiencias y acontecimientos con sus intervenciones las cuales eran, sobre todo grupales, tendientes a articular el lazo social comunitario, es decir trabajar el problema emergente, etc. ( sea de la índole que sea)  con el territorio donde se producen los padecimientos subjetivos.

Tenemos también las experiencias en el Hospicio de las Mercedes, donde trabajaban Enrique Pichón Riviere y gran cantidad de discípulxs, donde por ejemplo se armó el mítico y concreto campeonato de fútbol entre salas, dando por ganadorxs a la sala de débiles mentales, acontecimiento significante que marca cómo se puede intervenir en subjetividades capturadas y cristalizadas por la matriz institucional, para  sujetarse al  hecho de habitar una vida, un movimiento vital.

 

Una pequeña contribución

En el contexto actual, quiero transmitir una experiencia realizada con trabajadorxs del ámbito de la salud. Sobre todo el trabajo de contención a  médicxs, enfermerxs, personal administrativo, auxiliares, etc. Un programa que se llama “Cuidar a lxs que cuidan“, perteneciente a la Subsecretaría de salud mental, consumos problemáticos y violencias, dependiente del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires, lugar en el que trabajo hace aproximadamente 10 años, frente a la situación inédita y traumática en curso, para el personal de salud en su conjunto en el hospital, debido a la fantasmática del personal, expectante a principios de abril 2020 de que todo estalle y se desborde, pasando por la intensificación de los conflictos vinculares laborales preexistentes al  interior de los servicios (sobre todo en las unidades de terapia intensiva), por el desgaste y el trabajo que implicó una sobreexigencia, sobre todo en el 2021 luego de las vacaciones de verano.

¿Qué hicimos frente a este panorama? Juntarnos. Volver a la grupalidad era importante porque justamente la pandemia introducía algo amenazante en el otrx, en el semejante, en el vecinx, en el familiar, etc. Esto se puede leer, en el emergente de las denuncias al principio de la pandemia entre ciudadanxs que no respetaban la cuarentena: el lazo social se torna amenazante. Hubo un repliegue comunitario, un control de los cuerpos casi total, en esta situación era importante salir, habitar el espacio público.

Primero juntarnos fue importante entre compañerxs de trabajo, para barrer el plano paranoide que la pandemia imponía, formar un equipo de trabajo centrándonos en la tarea, retomar el lazo social con el otrx, para luego ir al territorio -en mi  caso al ámbito del hospital público- para alojar, escuchar, contener las problemáticas y conflictos que acontecen, estar en los corredores terapéuticos que formábamos para intervenir, ordenar, devolverles a lxs trabajadorxs la importancia de su rol en este momento, un gesto, una caricia, un abrazo.

El encuadre de trabajo fue sencillo y simple, ofrecer un espacio de escucha y respeto mutuo, hacer circular la palabra, darle un peso, una significación diferente, alojar lo singular y producir un efecto de grupo, que permita aliviar el desborde de angustia frente a la irrupción sin velo de la muerte cotidiana, no naturalizar la muerte sino alojarla en su significación, producir un borde.

No deja de sorprenderme, cada vez que sucede al ofrecer una escucha, la capacidad de alojar singularidades que esto produce, parece algo obvio o hasta nimio y redundante pero tiene una fuerza que confirma lo constitutivo e instituyente que es dar lugar al otrx.

Escuchar, es nuestra herramienta predilecta, acompañar es otra manera de alojar, producir acontecimientos el desafío.