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Psicoanálisis y Salud Mental, ¿la Ley como articulación o ruptura?

  • Artículos
  • N° 6
  • Salud Mental

Lic. Marcos Nicolás Barbieri. Psicólogo de HZGA “Mi Pueblo” de Florencio Varela. Ex Residente del PRIM Florencio Varela. Actual Instructor de la Residencia de Psicología del HZGA “Mi Pueblo” de Florencio Varela

El presente trabajo tiene por objetivo intentar dar cuenta de qué consecuencias tiene la promulgación y reglamentación de la Ley Nacional de Salud Mental Nº 26657 sobre la compleja relación entre el Psicoanálisis y la Salud Mental.

La relación entre el Psicoanálisis y la Salud Mental nunca ha sido ni será una relación calma ni unívoca. Se produce siempre en un verdadero entrecruzamiento discursivo en el cual existen múltiples coincidencias y también múltiples tensiones.

La Salud Mental, dice J. A. Miller, es la paz social, lo cual la constituye en una cuestión de orden público, en este sentido, existe, pero poco tiene que ver con la salud y con lo mental: la salud mental se define como el silencio del Otro así como la salud es el silencio de los órganos. Eric Laurent la sitúa como una preocupación moderna, una preocupación de los derechos humanos. Y en tanto tal, una cuestión de pleno goce, para todos, en tanto todos somos iguales ante la ley. Contradicciones posibles si pensamos al psicoanálisis como una doctrina de la singularidad, del caso por caso.  El desafío consiste entonces en pensar en todo caso que el nuevo contexto de derecho no debe ser un obstáculo, sino que significa una mayor posibilidad de acceso a las prestaciones en Salud Mental que no inhabilita el abordaje de lo singular.

 

Aportes de La Ley

La Ley Nacional de Salud Mental tiene como principal objetivo la garantía del “derecho a la protección de la salud mental de todas las personas, y el pleno goce de los derechos humanos de aquellas con padecimiento mental”. Incorpora entonces al ámbito de la Salud Mental una perspectiva de Derechos Humanos, compeliendo al Estado a garantizar su pleno goce también en esta área.

La Ley 26657 define a la salud mental

“como un proceso determinado por componentes históricos, socio – económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona”

Parte además de la presunción de capacidad y produce una extensión del ámbito de abordaje de las políticas de Salud Mental al campo de las adicciones.

Por otro lado, promueve la formación de equipos interdisciplinarios para la atención en Salud Mental, que debe realizarse preferentemente fuera del ámbito de internación hospitalario, o sea, promueve el abordaje interdisciplinario en ámbitos ambulatorios, de acuerdo con los principios de la Atención Primaria de la Salud (APS).

Sería absolutamente incorrecto desde cualquier punto de vista pronunciarse en contra de cualquier avance en materia de reivindicación de derechos, estos avances siempre deben ser beneficiosos para la población.

 

Posición de los psicoanalistas

En un principio se habla de una doctrina de la prudencia.  Al respecto, es interesante la lectura del texto “Psicoanálisis y Salud Mental” de Eric Laurent. En él se postula a la desconfianza en relación con el psicoanálisis en tanto éste implica una desconfianza de las identificaciones. Desconfianza respecto de la existencia de una ley que pueda abarcarlo todo. Desconfianza respecto del todo universal que pretenda adueñarse de manera anticipada del campo de aplicación de una regla. Laurent se pregunta, ¿qué es un procedimiento y su aplicación? Y se contesta que un procedimiento es, en primer lugar, lo que hay que seguir, una guía, pero aclara que esa guía debe permitirnos también resolver situaciones nuevas, los disfuncionamientos, las crisis de las instituciones. Las reglas no son para él independientes de su campo de aplicación. “No hay regla sin infracción de las reglas; o aun, no hay reglas sin una práctica viva de la interpretación de las reglas”. [1]

Es en este sentido que, si bien la Ley viene a nombrar una práctica y a regular un campo de acción, creemos que no debe ser tomada al pie de la letra sino en sus potencialidades de acción.

Laurent postula en ese mismo texto que los analistas han permanecido durante mucho tiempo (y aún lo hacen) en una posición de intelectuales críticos, sin ningún ideal (en nombre de la tan mentada neutralidad) constituyendo un vacío ambulante que no cree en nada. Y llama a destruir esa posición, reinstalando a los analistas en el dispositivo de la Salud Mental. Esto implica pasar a la posición de lo que él llama “analista ciudadano”: aquel que entiende que existen intereses comunes entre el discurso analítico y el democrático. Llama al pasaje de un analista encerrado en su reserva, a un analista que participa, que es sensible a lo que ocurre a su alrededor, que toma partido en ello de manera activa.

El analista ciudadano, más que un lugar vacío, es aquel que ha de ayudar a la población a respetar la articulación entre normas universales y particularidades individuales. Ha de ayudar, con otros (desde el trabajo interdisciplinario), a impedir que en nombre de cualquier universal se olvide la particularidad de cada uno. Particularidad que parece ser olvidada en algunos discursos, como el de la Salud Mental, y que es preciso recordar que no hay que quitarle a uno su particularidad para mezclarlo con todos en un universal, por algún humanitarismo o cualquier otra motivación.

No debemos ya perdernos en debates estériles, interrogando constantemente nuestras prácticas, sino adoptar una posición activa. Pedir algo a la Salud Mental, en este caso materializada en Ley: “pedimos una red de asistencia en Salud Mental que sea democrática y sea capaz de respetar los derechos de ciudadanía de los sujetos”. Los analistas, junto con los demás actores involucrados, han de tomar partido en favor del tipo determinado de salud mental al que aspiran. Laurent conmina finalmente a los analistas a despertarse un poco.

En este sentido no sé si vale ya la pena la pregunta que me hago en el título, creo que no podemos permanecer ajenos a lo que en materia de derechos se discute afuera de nuestros consultorios.

 

Por último, lo singular

El marco legal actual en materia de Salud Mental permite, o debería posibilitar una mayor posibilidad de acceso de los usuarios a prestaciones en esa materia. La ley pone a disposición de los habitantes el acceso al Sistema de Salud a través de efectores tanto públicos como privados. La pregunta que insiste es cómo vamos a responder a este acontecimiento. Nuevamente una referencia viene a arrojar algo de luz sobre ese interrogante. En su intervención de 1966 en el Colegio de Medicina de La Salpetrière llamada “Psicoanálisis y Medicina” J. Lacan intenta dar cuenta de la posición de las dos disciplinas nombradas en el título respecto de los avances en materia tecnológica y también de derechos de su época, y dice que el discurso científico lanza constantemente nuevos agentes terapéuticos y los coloca a disposición del público, pidiéndole al médico que los ponga a prueba (cual si fuera un distribuidor); la pregunta que se formula al respecto es muy interesante, y es ¿dónde está el límite en que el médico debe actuar y a qué debe responder? A algo que se llama la demanda.

El desarrollo científico permite visibilizar cada vez más ese nuevo derecho del hombre a la salud, que existe y que se motiva ya en una organización mundial. La ciencia es planteada como una especie de poder generalizado que brinda a todos la posibilidad de ir a pedirle al médico su cuota de beneficios con un objetivo preciso inmediato, allí se ve dibujarse la originalidad de lo que Lacan llama la dimensión de la demanda. Y es en el registro del modo de respuesta a la demanda del enfermo donde él halla la posibilidad de supervivencia de la posición propiamente médica.

Celebramos un acceso igualitario al Sistema de Salud, que creemos aún está en pañales y comienza a llegar con muchos años de retraso. Y al mismo tiempo debemos estar más atentos que nunca para no perder de vista la originalidad de nuestra respuesta a las demandas que se nos dirigen. El psicoanálisis no es para todos, no tiene lugar en todos lados, pero en todos lados puede recordar que el sujeto surge de la palabra, evalúa la potencia de la palabra y apunta a la singularidad del sufrimiento humano.

 

Bibliografía Consultada

  • Lacan, J. Psicoanálisis y Medicina. En Intervenciones y Textos 1. Manantial. Buenos Aires. 2010
  • Laurent, E. Psicoanálisis y Salud Mental. Tres Haches. Buenos Aires. 2000
  • Ley Nacional de Salud Mental Nª 26657. Boletín Oficial. 2010
  • Reglamentación de la Ley Nacional de Salud Mental. Decreto 603/2013. Boletín Oficial. 2013

[1] Laurent, E. El psicoanalista, el ámbito de las instituciones de Salud Mental y sus reglas. En Psicoanálisis y Salud Mental. Tres Haches. Buenos Aires. 2000. Pág. 81