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“¿PENSARON ALGUNA VEZ QUE SI NO FUERA POR TODOS, NADIE SERÍA NADA?”

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  • Infancias y adolescencias
  • N° 3

Lic. en Psicología Silvia Russo. (Recibida en 1996, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Carrera de Psicología. UNLP) -Doctoranda, docente e investigadora de la Facultad de Psicología (UNLP). -Psicóloga-psicoanalista dedicada a la atención clínica con niñxs, adolescentes y adultxs. - Supervisora clínica

“¿PENSARON ALGUNA VEZ QUE SI NO FUERA POR TODOS, NADIE SERÍA NADA?” Dijo Mafalda, la niña creada por Quino.

Parto de una pensadora, una niña que muchxs reconoceremos. Quizás podremos tomar su palabra y humor, además de sus ideas, como impulsoras de una gran transformación y lo que quizás podremos situar como una gran ruptura y modificación de ciertos paradigmas.

“Que lo urgente, no supere lo importante”, entonces. Le haremos caso a Mafalda, parafraseando otra frase que reunida con el título, será un puntal para mi intento dialogal con lxs lectores.

Escuchar a nuestrxs niñxs, nos implica mayormente en la tarea de estar atentxs y disponibles a diferenciar lo importante. Sin olvidar lo urgente en ciernes. Desde esta hermosa profesión de psicóloga, invito a recuperar un escenario práctico donde hacer dialogar lo individual y lo colectivo. La propuesta es una escritura a modo de conversación, para “conversar” sobre la perspectiva de construcción de la subjetividad y una ética personal y en correlación, priorizar nuestras ideas y alcances sobre las temáticas que comprenden a nuestras infancias y niñeces. Voy a compartir – desde este lugar- algunas inquietudes y experiencias que considero tratar como parte de esta urgente e importante situación paradojal.

Nadie esperaba un hecho de tal atravesamiento.

Partiré en líneas generales de aspectos del desarrollo emocional a tener en cuenta e integraré cuestiones propias de este tiempo tan significativo, donde una pandemia mundial consignó una sorprendente investida y decantó diversos sentimientos, efectos y acontecimientos. (Y a lxs adultxs, lxs convido a un intercambio, sobre lo que denominé: “pandemia interna” – . Interrogar: ¿Dónde nos encontró posicionadxs este tiempo-espacio en lo psíquico, en tanto nuestro funcionamiento y asimilación de los hechos?).

Deseo instarnos a continuar procesando y clarificando la coyuntura misma, desde el recurso interno con el que contamos para hacerle frente y acompañar a nuestrxs niñxs.

–         Niñxs

Siempre comento que cuando voy a tener entrevistas con sus padres, les pregunto a mis pacientitxs- de todas las edades – acerca de “sus temas de interés”.  Yo tengo los míos, y ellxs tienen sus prioridades. Generalmente surgen dos cuestiones que a lo largo de la pandemia, el ASPO y este año semi-presencial, no se conmovieron demasiado. Y me parecen un buen estado de inicio:

–          Quiero más tiempo para jugar.

–          Deciles que me hablen bien. Gritan mucho. Están siempre nerviosxs ( Y hablan sobre los epítetos de uso adulto)

–          Que no quiero ir más a inglés… (O aquello obligado sobre lo formativo que nuestras perspectivas adultas intentan, para educar y cuidar).

¿Cómo escuchar,  interpretar y validar su deseo? Éstxs son los niñxs en atención terapéutica. Y con posibilidades de inclusión, en un sistema que te carcome y, a la vez,  te sostiene. Te educa, te demanda. Te forma. Te ama. Te inicia. Y hoy, podemos acuñar: “reinicia”.

Si reflexionamos sobre sus conductas, comportamientos, cuestiones objetivas a sus aspectos del desarrollo y trabajos psíquicos esperables, recordaremos que pensar en la niñez, como sabemos, supone instalarnos en la idea de estructuración, construcción, constitución subjetiva y en tanto su maduración: procesos.

¿Cómo se encuentran hoy nuestrxs niñxs: sufren? ¿Qué transmiten, qué les duele, qué sienten y dicen? ¿Qué hacemos con ello? En este procesamiento de lo psíquico y nuestro acompañar, el ejercicio de condición de posibilidad – en tanto podamos no renegar de lo que sobre salud mental se trata-: ¿Cómo garantizarles su ser “sujetxs de derecho”?

Me voy a acompañar de un pensador del psicoanálisis que me representa profundamente: Donald Winnicott (1896-1971). Este psicoanalista inglés, primero fue pediatra y desde su práctica y observación, estableció una concepción genial, central, en tanto el desarrollo emocional y la salud del individuo. Un espacio donde propone una zona intermedia, a constituirse entre nuestra realidad interior y la exterior, donde se aloja la salud emocional del individuo (Winnicott, 1996).

Los procesos de maduración se darán en esta zona intermedia de experiencia (Winnicott, 1996) y en este ir y venir que conformará un “entre” y,  en tanto seamos alojadxs por un medio ambiente facilitador (Winnicott, 2015), se producirá un intercambio entre la cultura y sus reglas en el que ese propio hacer creador hará la aventura singular, de averiguar  y auto-preguntar, por el sentimiento de estar vivxs.

 

Retomo en primer lugar, de mi estadística de solicitudes y lo que pude escuchar en estos casi dos años: dando lugar para Ser Niñxs. Desde aquí propongo tener en cuenta en nuestra ética del cuidado dos cosas: la capacidad de jugar que solicitan explícitamente en lo verbal – o quienes lo piden haciendo síntoma -, y la capacidad de pensar, dudar y explorar, ya que la experiencia y saber constituyen el ser (Winnicott, 2003). Y como  segunda cuestión, algo vital para la vida subjetiva saludable: lxs adultxs tenemos una función nodal. No es posible pensar en lo infantil, a mi criterio, sin interpelarnxs como mundo acompañante. Y en cómo ofreceremos la disponibilidad para creación de este jugar y pensar. ¿Qué implica cuidar? En principio, sostener de asimetría en tanto su salud, y por ende, sopesar la nuestra. Lxs niñxs –como individuos en crecimiento- tramitan su maduración, propiciadxs por un medio ambiente psíquico y  social que lxs rodea (Winnicott, 2015).

Sin embargo, a veces queda subestimado algo de esto en torno a las intervenciones del cuidado. Lxs niñxs no son seres para adaptación, sino en evolución en un espacio-tiempo emocional para crecer y poder ser.

–         Adultxs

Es prioritario entonces, continuar este recapacitar sobre las necesidades reales de nuestras infancias y niñeces. Aquellos  modos y contradicciones que retornan al invocar el perfil de cuidado con realizaciones “por su bien”. Si en un sentido amplio, estos espacios de desarrollo y maduración emocional serán espacios para experimentar, para percibir el cuerpo, para constituirnxs, es urgentemente importante co-pensar la experiencia de hábitos y modalidades para el cuidado. Y aquello que nos permitiría vincular ser y salud.

Cuidar implicará situarse -a mi criterio- en dos concepciones recuperadas de esta propuesta teórico-clínica que me aportó Donald  Winnicott: el sostenimiento o holding y al espacio potencial como zona intermedia de experiencia, donde acontece lo transicional (Winnicott, 1996). ¿Qué es lo transicional? Lo explicaremos brevemente desde un cuidado que él denominará “suficientemente bueno”. Lo que un individuo precisa en tanto condiciones de un medio ambiente familiar, cuidar al otrx  incluiría una potencial manera de creación de nosotrxs mismxs, con relación al sentirse vivx y estarlo. He allí un espacio clave del Ser. Winnicott lo plantea inherente a la salud emocional y vital para que el individuo viva auténticamente y de acuerdo a un arreglo creador de un mundo con regulación social y cultural, anqué con interioridad de un propio espacio a recrear y para al desear y repararse, logre relajamiento en la propia persona (Winnicott, 1996).

Nuestra salud será conquistada -y la de nuestrxs niñxs, ofrecida e instada-  “entre” esta realidad impuesta y una interioridad, que se desarrollará y asumirá recreándose en la experiencia. Para ello habrá de incorporarse el vacío y la frustración, así como la confianza -que acompañará- deseos, sueños y “algunas locuras permitidas” con razón de sostenerse únicx y singular.

Cuidarse incurre en la lógica de lo transicional como espacio de protección, habilitación y relajamiento amoroso y creador. Lxs adultxs priorizaremos una apuesta subjetivadora, con lo cual sigue siendo urgente e importante revisar las solicitudes y demandas que nuestro mundo material y afectivo podría llegar a malversar, a través de un sistema con extenuantes imperativos de producción y sobre-adaptación, imploración que pergeñaría lo contrario a lo que se introdujo en párrafos anteriores.

– Manifestaciones sentimientos, vivencias y síntomas.

Elevo este compromiso de escucha y atención de cuidado, con otra cuestión de importancia: no patologizar. Muchas veces se subestima el sufrir de lxs niñxs, y no se reconoce -a mi criterio- lo que para el mundo adulto también puede resultar un enigma. Cómo sentir, procesar, metabolizar lo que se vive, cómo dar sentido o atravesar los sin sentido. Cómo sentir agobio, enojo, lo faltante de abrazar, el extrañar para unx niñx. Cómo rearmar la presencia, aquello conocido del vínculo, lo que era parte de una realidad conocida y hoy, aún en construcciones donde hemos de sentirnos más avezadxs, no logramos suplir del todo. Interrogar la postura del hacer “como si nada pasara”. Los efectos del cuerpo y su impronta, diferentes construcciones que los aspectos evolutivos esperables y las coyunturas singulares que acontecieron y prevalecen en este devenir actual.

De pronto, fuimos tramitando virtualmente un nuevo mundo y creamos/recreamos, un día a día posible para ellxs y nosotrxs. En lo paradojal de este tiempo, si bien hubo gran desamparo y reedición de violencias en muchos hogares a consecuencia del ASPO y la continuidad del cuidado adentro de nuestras casas, hubo también muchxs niñxs con la novedad de pasar más tiempo en familia. En sus hogares y al reguardo de agendas de 12 horas fuera, sin madrugar y “correr” tanto, se produjeron acercamientos y reorganizaciones en lo afectivo-vincular, que son preponderantes en la construcción y acompañamiento emocional. En la actualidad observo con preocupación, la vuelta a un andamiaje alienado y de sujeción, mientras me pregunto por sus sentimientos, pesares, quizás recomposiciones o síntomas en manifestación. Y pongo en jaque, el concepto de ganancia y pérdida, lo que aprendimos y lo que repetimos, sin elaboración de coordenadas imprescindibles para el cuidado y salud emocional.

El año pasado, hubo  quienes tardaron en organizar lo que parecía -en la incertidumbre y aún confuso espacio-tiempo- un “domingo permanente”. La preocupación por lo económico, la reversa laboral y las transmutaciones que lo remoto fue requiriendo -para algunxs-  replegó a un cuidado necesario y a un mundo que cambió y debimos aprehender. Con un contacto que viró de la presencia corporal y la opción de traslado, comenzamos a crear -libido y sangre, mediante- con nuestras energías vivas de subsistencia que copaban y atravesaban nuestros dispositivos, en el ejercicio de encuentro y logro de “otra presencia”. Nuestros wi fi abrieron ese marco y cajitas, cuadrados, escenarios de pantalla donde la conectividad real de los servidores incluso, se vió colapsada, ofrecieron un constructo que entiendo puede entenderse desde lo transicional. La virtualidad no implica el logro de la espacialidad transicional mencionada, y en tanto nuestros lazos, fuimos estableciendo en esta otra conexión, una forma emocional inventada. Fundamentada en la disponibilidad creativa y creadora de lo que cada a unx de nosotrxs pudo propiciar y brindar.

Lxs niñxs comenzaron a preguntar: ¿Qué les decimos?

Al encierro preventivo de supuesta protección sin salidas, le siguió una apertura donde muchxs padres se encontraron comprendiendo que debían, entre las cuestiones pertinentes a la crianza, instalar aprendizajes de cuidados con barbijo y distancia, y enseñar una nueva forma de vida en base a protocolos y donde la vida y la muerte se perciben con mayor crudeza.

La estructura mundial de lo anterior, llamaba, imponiendo sus relevancias y ajustes. El trabajo del niñx, se suele decir, es la escuela. Es una expresión que en lo personal, me cuesta. Entiendo que interpela y a veces contraría el derecho al juego y a la niñez  despreocupada. Deben “ser niñxs” orientadxs a la una adultez productiva. (Hago una salvedad entre quienes pudimos organizar una conectividad y confort complaciente y como ya se evidenció y todavía se denota, quienes viven una gran desigualdad – un punto nodal en cuestiones de cuidado global a la comunidad-).

Pudimos armar entornos y escenas concretas de alojar la posible pantalla y lugares donde ofrecer las actividades en lo educativo. (Es imperante el elogio a lxs docentes).

Aquí es preciso detenerse con interés en revisar cómo interviene en nuestra ilusión de que lo virtual ofrece una múltiple vida en paralelo y todo lo soluciona, vuelve a poner “patas arriba” los conceptos del modo de estar y rendir, cumplir con lo pactado a cada “trabajo”. Somos responsables de habilitar lógicas de reflexión realista, cuidadosa de nuestrxs niñxs, de ambiciones “on-line/full time” y de nuestras funciones de acompañamiento. Creo que para esto es preciso, reconocer los conflictos de lo novedoso en nuestro acceso adultx, suspender lo destructivo de nuestras ansiedades con una anticipación de procesos que no terminaron su trayecto de duelo, y contemplar las angustias esperables que también debemos sopesar y elaborar.

Un trabajo psíquico en ciernes, presto a horizonte. Al contemplar  la asimetría como constitutiva de otrx, resulta preciso continuar orientando hacia una autonomía que toma ribetes de época. Y no debería olvidar –ante tanta premura de retornar al mundo conocido, ocupación en no perder y preocupación por el sufrimiento-, que estamos acompañando, ya sea en la crianza, la educación o lo terapéutico a unx otrx en el que propiciar un lugar al deseo, urgente y de gran  importancia en la vitalidad de un sujeto.

–         Concluyendo en continuidad de la pandemia y “la vida misma”

Me emplazo en una posición de ofrecimiento de lo transicional. El cuidado del propio cuerpo, la generación de un espacio para la  creatividad, la invitación y sostenimiento del juego como forma de vida y la capacidad de estimular el placer de pensar.

Esclarecer desde la propia creación y gesto espontáneo (Winnicott, 1990) un espacio transicional (Winnicott, 1996) que como zona intermedia aloje la subjetividad en maduración. Y permita, en este vaivén de lo presente –corporal y virtual del otrx- una presencia y espacialidad de encuentro. La jugada es en la vincularidad, cual constructo genuino y auténtico a cada particular subjetividad e individuo. Retorno al título, con un decir fundamental de Mafalda.

Validar el proceso de búsqueda, pregunta y curiosidad implicará tolerar también un extrañamiento del niñx respecto a su entorno. Debemos estar atentxs, ya que si  renuncia a la investigación y por ende, al ejercicio de teorizar, carecerá de una creatividad fundamental para la constitución del pensar y su autonomía personal. En este aspecto, el viraje de la materialidad psíquica de lo transicional especifica una construcción de espacialidad que se sostiene jugando-haciendo (Winnicott, 2003). El placer de saber, implicará una libertad para el establecimiento de un sujeto crítico que pueda continuar en busca de  fundamentos y causar el alcance en su maduración a través de sus búsquedas.

Un individuo creador con el que tenemos un compromiso de recuperación de lo presencial, que incluirá lo tecnológico en notable y continua  instalación, como nueva alfabetización. Convocatoria hacia aquello que podamos co-construir sosteniendo desde la función de medio ambiente facilitador (Winnicott, 2015).

Comencé a escribir, acompañada por Mafalda. No puedo imaginar este pasaje y recorrido, sin considerar lo colectivo -y lo que me implica situar “la urgencia e importancia”- en el campo de la salud mental y, en lo que respecta a mi interpelación y praxis en el acompañamiento elegido a nuestrxs niñxs. Desde esta ética y mi función como analista, docente e investigadora, es mi deseo personal y pequeña revolución profesional, el crear la organización fecunda para que se habilite otro modo para el ser y estar.

Lic. Silvia Russo- Julio 2021

 

Referencias:

Winnicott, D. (1990). El gesto espontáneo. Paidós.

Winnicott, D. (1996). Realidad y juego. (Trad. Floreal Mazía). Gedisa. (Trabajo original publicado en 1971).

Winnicott, D. (2003). Deprivación y delincuencia. (Trad. Leandro Wolfson y Noemí Rosenblatt). Paidós. (Trabajo original publicado en 1984).

Winnicott, D. (2015). Los procesos de maduración y el ambiente facilitador (Trad. Jorge Piatigorsky). Paidós. (Trabajo original publicado en 1965).