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La importancia de las intervenciones clínicas en la cotidianeidad desde el Acompañamiento Terapéutico en la institución Total

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  • N° 4
  • Salud Mental

A.T: Cámara, Cecilia Araceli. Fue estudiante Adscripta de la catedra de “Fundamentos de la Educación” en la Facultad de Humanidades de la UNLP. Fue Colaboradora alumna en el seminario Salud Mental, DDHH y adicciones en la Facultad de Psicología de La UNLP. Trabajo en el Centro de día Los tilos coordinando grupos de personas con discapacidad. Trabajo en el Servicio de Salud Mental del Hospital de Niños de La Plata “Sor Maria Ludovica”. Trabajo Coordinando grupos de Adultos mayores con deterioro Cognitivo. Coordino equipos de Acompañantes Terapéuticos. Trabaja en el Hospital Dr. Alejandro Korn de Melchor Romero. Trabaja en extensión de la Facultad de Psicología de la UNLP en Coordinación de Grupo Barrial de personas con O.D.H y niños. Escribió Varios artículos en congresos y revistas.

En el presente trabajo se intentará resaltar la importancia que posee la inserción del acompañante terapéutico en la vida cotidiana de una persona institucionalizada y el impacto que dicho abordaje posee para la producción de subjetividad dentro del ámbito institucional, pudiendo abrir camino al deseo en medio de la masividad. Se realizará un recorte del acompañamiento terapéutico llevado a cabo a un adulto con Discapacidad Intelectual de 40 años, con 35 años de trayectoria institucional estatal con régimen cerrado.

Se mostrará la importancia que posee tener en consideración la demanda del acompañamiento terapéutico, la adecuada escucha y el trabajo interdisciplinario.

La concepción de sujeto con la que se trabaja es la de un sujeto en constante construcción, atravesado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos

 

El proceso…

El acompañamiento terapéutico que voy a relatar, tiene lugar en una institución Psiquiátrica estatal de la Cuidad de La Plata. La persona sobre quien se efectúa la demanda de acompañamiento terapéutico es un Adulto de 40 años de edad a quien se le dará el nombre de Pedro, con un recorrido de 35 años de institucionalización, pasando por diferentes hogares y hospitales a lo largo de toda su vida, sin contacto alguno con familiares, siendo desconocidos los datos de estos últimos. Al momento en que se da inicio al acompañamiento terapéutico, el equipo demandante -conformado por una trabajadora social, una Psicóloga y un psiquiatra-, manifiesta que Pedro posee un único interés que es la música y los instrumentos musicales, lo mucho que se destaca en los encuentros festivos, teniendo un trascendental papel en el espacio de murga al momento de utilizar el bombo. Se solicita  que el acompañamiento Terapéutico esté avocado principalmente a la participación de  Pedro en un espacio de música en el centro de la cuidad de La Plata, a la implementación de hábitos de higiene y a la realización salidas ociosas. Sostienen que Pedro “es una persona muy molesta, interrumpiendo cualquier conversación, solicitando cosas de manera repetitiva, golpeando las puertas de los consultorios y molestando a compañeros”, y piensan que podría ser interesante la incorporación de un acompañante para mejorar su calidad de vida dentro de la institución, ya que en la misma no se realizan actividades a excepción de un taller de murga. Manifiestan que no han logrado hasta el momento insertarlo en un Centro de día debido a que no logra sostener ninguna otra actividad por más de 10 minutos.

El acompañamiento Terapéutico, luego de varios encuentros, comienza a llevarse a cabo en un espacio musical. Por otro lado, dentro de la institución y fuera de ésta, dando lugar al reconocimiento barrial y actividades ociosas así como actividades vinculadas a la higiene. En la medida en que va registrando, que aprende cosas nuevas en su vida cotidiana y en cuanto a las mejoras que registra respecto de  su aseo personal, muestra su entusiasmo. Sin embargo, en lo que respecta al espacio musical, la participación es casi nula. Tal es así que se suceden varios intercambios con el resto del equipo donde se piensan estrategias conjuntas para una mayor participación por parte de Pedro.

Habiendo transcurrido unas cuantas semanas pongo de manifiesto mi experiencia en casos similares, sosteniendo que en muchas ocasiones aquello que se registra como un gusto dentro de la institución, en muchas ocasiones termina siendo solo el resultado de las pocas posibilidades que poseen las personas que en ella viven para desplegar su potencial y que muchas veces, esa participación destacada no tiene que ver con un deseo propiamente dicho sino, con aquello que les permite diferenciarse de esa masividad de pares que se da dentro de la institución, que nada dice de la persona en cuestión, resaltando que mi propuesta de trabajo inicial, más allá de la demanda, consiste en rastrear posibles nuevos intereses.

El resto del equipo apoya esta postura, posibilitando que el acompañamiento continúe en los espacios previstos pero no descartando la posibilidad de que los deseos de Pedro circulen por otro sentido. En la medida en que transcurren las semanas se le van ofreciendo otras posibles actividades a realizar y la ejecución de las mismas, no logrando sostenerlas por más de diez minutos, continuando con las mismas actitudes “molestas” dentro de la institución; hasta que durante las salidas por los alrededores observa  por tercera vez a personas haciendo actividad física en una plaza, para finalmente pararse y decir… “eso…eso es lo que yo quiero hacer” con una expresión alegre. En este punto es conveniente centrarse, desde la primera vez que Pedro ve a este grupo de personas se detiene a mirarlas con la misma expresión que sostiene hasta que pone en palabras lo que desea. En ese primer momento, allí donde mi deseo por brindar las condiciones de posibilidad para que se despliegue el suyo, es que se produce un encuentro entre ambos que viabiliza un cambio en el Acompañamiento terapéutico, favoreciendo a posteriori un cambio de posición subjetiva a partir de sus decisiones, generándose nuevos hábitos que mejoran a futuro su calidad de vida.

Es así que Pedro se pone en marcha para participar del espacio, dando lugar a una multitud de encuentros posteriores que van más allá de los estipulados con el grupo, pudiendo participar de encuentros sociales como mateadas en el parque, almuerzos al aire libre y compras de artículos deportivos con compañeros de grupo. Los vínculos que comienza a construir por fuera de la institución abren la puerta hacia nuevos intereses que exceden incluso las expectativas que el equipo demandante tenia inicialmente, la utilización de una botella de agua para hidratarse a lo largo del día, la elección de las prendas de vestir y los detalles en los que se detiene al momento de elegirlas, el registro del tipo de comidas que las personas de la institución consumen, la existencia cotidiana ya no se limita a “molestar y golpear puertas”, han aparecido otros intereses…los de Pedro.

Ahora bien, respecto de la demanda inicial por parte del equipo de los objetivos a cumplimentar durante el acompañamiento terapéutico, se produce un desacierto en la lectura que se realiza de los deseos de Pablo. Tomar en consideración las advertencias que realiza Gabriel Pulice en su libro Fundamentos clínicos del acompañamiento terapéutico en cuanto a  los inicios  y las demandas, es lo que posibilita en este caso pesquisar los quién y los por qué que la atraviesan. El equipo demandante forma parte de una institución y por tanto muchos hechos se le tornan invisibles. Este equipo en particular se encuentra inmerso en una lógica de institución cerrada, poseen al momento de la demanda inicial un contacto limitado con Pedro, lo que los lleva a suponer que su destacado papel en la utilización de los instrumentos musicales está ligado a un deseo que le es propio, nada más lejano. Parece tratarse de lo único que la institución le presenta como alternativa para diferenciarse de esa masificación en la que está inmerso, donde las prendas de vestir no le pertenecen, siendo parte de un ropero común para todos aquellos que viven dentro de la institución, ropas donadas, nunca elegidas ni siquiera al momento de su postura, con horarios estipulados para un “óptimo” funcionamiento institucional, con comidas que nada tienen que ver con gustos personales, sin espacios propios más que el escueto encuentro semanal con el psicólogo, que da lugar a una repetitiva demanda acompañada de golpeteos en las puertas de los consultorios, demandando un espacio para ser escuchado al igual que sus pares, tornándolo para los agentes institucionales como “una persona molesta, interrumpiendo cualquier conversación, solicitando cosas de manera repetitiva, golpeando puertas de los consultorios y molestando a compañeros”. Al decir de Paulo Amarante, se ha producido un aplastamiento de la subjetividad, del deseo, donde lo que hace a la persona un ser único, es arrasado por la lógica institucional.

El acompañamiento terapéutico se presenta aquí con la claridad adecuada para vislumbrar “el cómo” y “el para qué” (Púlice, 2016)  con su inserción en la vida cotidiana, con su abordaje individual a lo largo de varias horas por semana, aparece como una alternativa completamente diferente a la ofertada por la institución, poniendo en visibilidad que el deseo puede ir por un camino diferente al que ha sido demandado inicialmente.

Es en este entrar y salir de las instituciones, este formar parte y no, lo que le permite al acompañante terapéutico distanciarse lo suficiente de esa demanda para hacer una lectura diferente, pudiendo presentar otro espacio como alternativa.

Si bien la escucha del equipo no es acertada, poseen la apertura necesaria para escuchar que desde la terapéutica institucional hay una limitación; lo que posibilita el ingreso de otro agente de salud para poder generar un cambio, siendo lo suficientemente permeables a los constantes intercambios y diseños de estrategias conjuntas para intentar generar un avance en el tratamiento con Pedro, escuchando que eso inicialmente supuesto era erróneo. El acompañante terapéutico; tal y como  Vitellieschi  y Audisio lo sostienen en su libro El acompañante Terapéutico en la clínica de lo cotidiano; se presenta cuando el abordaje terapéutico psicológico y psiquiátrico se ven limitados al traspasar las puertas del consultorio.

Para finalizar, los avances en lo que respecta a este Acompañamiento Terapéutico son  posibilitados por al menos dos cuestiones que resultan trascendentales: la primera; la concepción de sujeto con la que se trabaja, lo que posibilita a su vez un abordaje interdisciplinario (Stolkiner: 2005), la segunda; la escucha por parte de todo el equipo tratante que puede ser pensada en dos etapas: Una, la escucha desde el espacio del acompañamiento terapéutico de aquello que Pedro no pudo poner en palabras -pero si en sus acciones-, al no sostener las actividades musicales por más de diez minutos expresando falta de interés; la otra, la escucha por parte del resto del equipo de todas estas manifestaciones es lo que permite repensar estrategias de trabajo y ampliar el abanico de posibilidades aportando nuevas expectativas.

La acertada demanda de Acompañamiento terapéutico para Pedro, posibilita la apertura de algo diferente en el afuera institucional y el ejercicio de sus derechos, intentando promover de este modo, las elecciones, la inclusión social y la protección de su salud mental.

 

Conclusiones

El recorrido  del Acompañamiento Terapéutico en el campo de la Salud Mental en nuestro país lleva al menos seis décadas, siendo varias las publicaciones que fundamentan nuestras intervenciones clínicas; no poseyendo aun un marco legal regulatorio de nuestra profesión, desde la reglamentación de la Ley Nacional de Salud Mental la inserción del Profesional A.T. en distintos ámbitos se ha ido incrementando, comprobando a cada paso la importancia de un agente de Salud inmerso en la vida cotidiana, posibilitando el mejoramiento de la calidad de vida de las personas que han sido institucionalizadas y el adecuado ejercicio de sus derechos, entre muchos otros. El caso abordado en el presente escrito es una muestra de los resultados que se pueden obtener a partir de las intervenciones en la cotidianeidad desde el acompañamiento terapéutico.

 

Referencias bibliográficas

Amarante, P. (2009) Superar el manicomio. Salud Mental y atención Psicosocial. Buenos Aires: Ed. Topia.

Goffman, E. (1972) Internados. Ed. Amorrortu.

Ley Nacional de Salud Mental.

Pulice, G. (2016) Fundamentos Clínicos del Acompañamiento Terapéutico. Buenos Aires: Ed. Letra Viva.

Stolkinner, A. (2005) Interdisciplina y Salud Mental. IX Jornadas Nacionales de Salud Mental. Pasadas, Misiones. 7 y 8 de Octubre 2005.

Vitelleschi, B. y Audisio, S. (2017) El Acompañante terapéutico en la Clínica de lo cotidiano. 2° Edición. Buenos Aires: Ed. Bonum.