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EL SUJETO Y LAS FABRICACIONES DE SUBJETIVIDAD EN LOS DISPOSITIVOS DE PODER

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  • N°7
  • Subjetividad

Jorgelina Farré: Esp. en Docencia Universitaria. Lic. Prof. en Psicología. Docente e investigadora en la Cátedra de Psicología Social (FP, UNLP) y en el Programa de Formación Interprofesional de la Prosecretaria de Salud (UNLP) Atención clínica con orientación psicoanalítica en Adolescentes, Adultos y Adultos Mayores.

La lengua, cualquiera sea, es una obscenidad, lo que Freud designa — perdónenme también el equívoco — como la obtrescena[1], como la otra escena que el lenguaje ocupa por su estructura, estructura elemental que se resume en la del parentesco.

  1. Lacan (Seminario XXIV, Clase del 17 de abril de 1977)

 

Introducción

Uno de los propósitos ético-políticos que subyace a este ensayo reside en repensar la actual realidad socioeconómica y política desde la perspectiva psicoanalítica freudolacaniana, los modos sociohistóricos neoliberales a través de los cuales incide en los sujetos y en sus relaciones constitutivas produciendo subjetividad con la intención epistémica de aportar herramientas teórico-clínicas para nuestra formación en tanto actora/es partícipes del campo de la Salud Mental a través de algunas articulaciones posibles entre el psicoanálisis y la política en torno a la obra de Jorge Alemán[2].

Siguiendo una línea epistémico-ontológica se despliega una de las nociones directrices que orientan una práctica analítica: la categoría lacaniana de sujeto del inconsciente, en tanto sujeto de la palabra, que deberá ser diferenciada de los dispositivos biopolíticos neoliberales de producción de subjetividad no solo en un plano teórico, sino fundamentalmente en una dirección político-emancipatoria desde la escena social.

El pensamiento de J. Alemán se pronuncia en torno a las problemáticas actuales complejas que interpelan el cotidiano del lazo social[3], e invita a re-pensar los enlaces entre sujeto y política; partiendo de la mencionada diferencia ontológica entre las categorías de sujeto y subjetividad. Sus señalamientos críticos se dirigen a producir una ruptura con las servidumbres del sujeto en cuanto al plus-de-goce en los objetos, a partir de la condición hablante, sexuada y deseante propia a su inherente división subjetiva. Piezas que no encajan por incompletud. Diferencia que no es meramente conceptual, sino que en la lógica de sus teorizaciones adquiere un profundo valor político emancipatorio[4]. En este sentido, dichas construcciones teóricas serán consideradas pertinentes para conceptualizar nuestra época signada por las políticas de corte neoliberal.

 

La escena social y la otra-escena en el horizonte del análisis. El lugar del síntoma como producción subjetiva

La política como mera gestión se transforma, en ocasiones, en una pieza más del mundo social (Alemán, 2018:48). Lo político por otro lado, entendido como aquellos movimientos sociales que intentan transmitir lo igualitario, la justicia social con un horizonte emancipatorio, devendrá una práctica articulatoria de los discursos heterogéneos. Pero este campo de lo social, se presenta habitado por mercancías, operaciones financieras, explotaciones obscenas de clases subalternas hiperconectadas por el capital.

De allí que el síntoma (freudiano) como expresión del inconsciente se exprese como un acontecimiento disruptivo anudado al cuerpo y a su determinación social, en una doble dimensión que articula al sujeto productor con el malestar ante la cuestión biopolítica. Dirá Alemán (2014) que el síntoma establece una demarcación entre los cuerpos afectados por el goce, en tanto sustancia gozante que no es meramente un cuerpo vivo, sino un cuerpo determinado por su inscripción en y el modo singular en que cada sujeto habita lalengua. El hecho político fundamental para un psicoanálisis orientado por lo social pasará, entonces, por definir que es el sujeto introducido desde otra-escena. En una política que sea la del sujeto y aquello que lo causa.

Soportar la tensión de “la pieza que no encaja” será el modo semántico con el que se enuncie la particular relación entre el psicoanálisis y la política, al decir de Alemán. Una no-relación sexual. Pero que, sin embargo, nos permitirá elucidar ciertos fenómenos psicosociales actuales, emergentes de los procesos subjetivos, sociales, políticos y económicos atravesados por el neoliberalismo. Esto último, desde una orientación psicoanalítica que en tanto praxis social permita conjugar la singularidad del deseo de cada quien con una matriz común: lalengua. Cuestión ontológica inaugural que deriva en cómo el lenguaje se deposita en cada existencia hablante, sexuada y mortal; a condición de sostener una diferenciación clínica tensionada entre el sujeto parlétre y la subjetividad producida por su atravesamiento en la participación de los dispositivos de poder.

 

Capitalismo y subjetividad. El sujeto como hecho político colectivo: los nombres de lo inapropiable

El eje trascendental de la propuesta teórica de J. Alemán, supone reconocer que el sujeto, en el origen constitutivo está necesariamente dividido, difiriendo de sí mismo, y de los otros (al igual que lo está lo social). El sujeto en tanto hablante, sexuado y mortal (estructurado en el campo del lenguaje) será el elemento de diferenciación en la cadena significante. Límite ético-político frente a la fabricación de subjetividades que producen formas yoicas de servidumbre voluntaria. El sujeto fracturado, escindido en su constitución deseante, será aquello a conservar para una posible transformación política, por fuera de la lógica individualista desde la que opera el capitalismo dominante en su mutación neoliberal.

En este punto recurre a los elementos que inauguran la enseñanza de Lacan en su relectura freudiana: inconsciente, pulsión, transferencia, repetición en tanto conceptos fundamentales del psicoanálisis para enunciar algunos de los nombres de lo inapropiable para el discurso capitalista. Será desde los conceptos provenientes de la enseñanza lacaniana -en su retorno a la ética freudiana- desde donde sea posible re-situar todo aquello que en la condición humana no sea susceptible de ser reabsorbido por el movimiento circular de la mercancía; a saber lo Real, lalengua, y el sinthome [5].

Pero un interrogante nos interpela en este hilo de pensamiento: ¿Por qué una práctica transformadora que confronte al capitalismo provendría del sujeto del inconsciente en el sentido en que Lacan lo postuló? El sujeto en tanto hablante, sexuado y mortal porta lo inapropiable, ya que representa aquello que es capaz de sustraerse a las lógicas mercantiles del discurso capitalista-financiero. El sujeto del inconsciente, constituido y determinado por lalengua, no puede ser apropiado como mera mercancía; en tanto el inconsciente como sede psíquica “sin casa matriz” se aloja imposibilitado de circular como objeto intercambiable. Lo que este sujeto produzca, en tanto efectos de lenguaje, será dirigido al Otro-de-lo-social, pero no en tanto mercancía permutable, sino en tanto efectos de significación que interpelen el cotidiano, articulándose a través de demandas colectivas. Porque lo cotidiano puede volverse la fuente misma de reproducción de una dominación aplastante.

De este modo, el sujeto del inconsciente a través de sus expresiones sintomáticas, se resiste a ser capturado por los dispositivos de poder dominantes que producen formas de subjetividad serviles a la voluntad de la época. Señales que indican que “el crimen no es perfecto” en palabras de J. Alemán, ya que no se ha consumado…aún. En el sujeto siempre habrá una dimensión ectópica, un fuera de lugar, una otra-escena que impida emplazarlo como puro reflejo determinado o producto exclusivo de los discursos dominantes del mercado neoliberal.

 

El sujeto y la producción biopolítica de subjetividad en el horizonte neoliberal

Un modo posible de repensar la relación del sujeto con lo político será desde el gran impasse que Lacan designó con el nombre de discurso capitalista. El discurso capitalista aliado al poder neoliberal, es un funcionamiento que pretende llevar la totalidad al circuito de la mercancía. El capitalismo entonces, tiene un alto grado de intervención en la producción misma de una subjetividad consumista: en la orientación de “los deseos”, que se confunden con la necesidad, en el consumo de goces, en las maneras de capturar al ser viviente y de disponer de sus vidas comandadas por el plus-de-gozar.

Si nos orientamos en nuestro autor de referencia, será necesario distinguir entre dos niveles (constitutivos) dentro del orden simbólico que representa la estructura del lenguaje. De entrada, existe una dependencia (alienación al significante) del ser hablante con respecto a este orden estructural/ontológico para su constitución como sujeto en lalengua. Es una “captura” del lenguaje para todo hablante-ser viviente que lo vuelve un sujeto deseante, que lo precede, en tanto es una función vitalizante. Es, por tanto, condición constitutiva e ineliminable de la cultura. Empero, esta dependencia del sujeto a un orden simbólico lenguajero exige ser diferenciada de los intentos discursivos de otro tipo de dominaciones que adquieren diversas vestiduras, a saber; medios masivos de comunicación, fake-news, publicidades, enunciados políticos de (ultra)derecha por lo cual el lenguaje se convierte en un campo de disputas socioculturales.

La particularidad de estos dispositivos ideológicos neoliberales es que se consolidan en un régimen que intenta alcanzar aquella primera dependencia simbólica al significante, afectando los cuerpos por la palabra: produciendo un “hombre nuevo”, con narrativas de autorrealización, engendrado en un presente sin historia ni legados simbólicos, un individuo indiviso e intercambiable como las mismas mercancías: empresario de sí-mismo. Pero el sujeto como tal -en tanto efecto del lenguaje- adviene al universo simbólico de modo inacabado, barrado[6].

En este derrotero, el neoliberalismo como aparato de sentido, no cesa en su intento de producir subjetividades serviles al discurso del mercado-amo: individuos autónomos y exitosos, competitivos, empresarios de sí mismos, gerentes de su propia existencia, verdaderos “Lobos de Wall Street”; aunque con su correspondiente contracara siniestra: depresión, exclusión, explotación y miseria[7]. Esto representa precisamente “la novedad” del (neo)liberalismo en tanto posverdad, es decir, la capacidad de producir formas del ser social capturadas por una serie de mandatos superyoicos, tendientes a lograr que las personas–sin necesidad de coerción externa- se sometan dócilmente a las exigencias de un goce culpabilizante e ilimitado, por tanto, mortífero.

De este modo, el mercado funcionará como promotor de deberes de felicidad plena y realización personal impactando sobre las vidas desde sus inicios; a la par que fabrica la figura del deudor eterno a un capital ajeno. Contradicciones intrínsecas a la lógica del capitalismo, fabricadas para sostener un absurdo.

La experiencia del inconsciente en la escena de lo social, a partir del rechazo del amor y la castración que el discurso capitalista dispone, es forcluída en lo simbólico, retornando en lo real a través de múltiples formaciones reactivas que exponen al sujeto neoliberal individualizado a un exceso de rendimiento cuasi-ilimitado no afectado por la castración. En la vertiente del exceso, emergen formas de empuje al consumo permanente que taponan la falta constitutiva, y con ello subsumen al sujeto en una insistente confusión entre la falta y el deseo. La lógica del mercado pareciera rechazar la imposibilidad y con ello la falta-en-ser, que por estructura es la del sujeto.

 

Hacia la construcción de salidas emancipatorias al malestar actual en la cultura

La experiencia analítica es el lugar de la palabra en donde se juegan las encrucijadas de la existencia hablada, sexuada y mortal tendiente a lograr que el sujeto que adviene en el intervalo se despoje de los imperativos aplastantes que lo gobiernan. Al cambiar la relación con el goce para dar paso al saber del inconsciente, emergen una multiplicidad de cuestiones subjetivas desde el horizonte de un psicoanálisis orientado por la escena social, como una de las salidas posibles del capitalismo, aunque no en su cancelación definitiva.

Pero ¿Qué caracteriza al discurso capitalista, en cuanto a su lógica reproductiva, que no permite emerger al sujeto del inconsciente? Sin un intervalo que oficie de vacío de significación, ¿cuál será el lugar desde el cual el sujeto como tal pueda advenir? Una vía posible de orientación la encontraremos desde el psicoanálisis retomado desde “otro lugar”, entendido como el de lo político.

Según propone J. Alemán, resulta paradójico que Lacan haya denominado precisamente discurso a este ordenamiento de lugares interconectados (sujeto, verdad, saber y goce) en un movimiento circular; ya que el mismo se caracteriza por no posibilitar la experiencia del inconsciente. Así queda cancelada la imposibilidad, sin lugar para la brecha, ni para el corte que la experiencia del inconsciente propicia[8].  Para que un parlétre pueda advenir, debe encontrarse con la experiencia de su propia constitución como tal (falta-en-ser y amor de transferencia mediante), con su propio advenimiento al orden simbolizante.

El ordenamiento neoliberal como mutación del sistema capitalista, necesita sostener dichos requerimientos a través de sus dispositivos de producción de subjetividad -pero a expensas del sujeto- basados en el control y la evaluación permanentes. Traducido en palabras del autor: el discurso capitalista condena a cada ser hablante a ser “un individuo”, a ser Uno, indiviso entre su ser de sujeto y su modo de gozar (Alemán, 2014:35)

Desde los dispositivos de poder se buscará colonizar al deseo confundiéndolo con “la necesidad” en la lógica de la mercancía intercambiable y desechable. La lógica de la emancipación -en la perspectiva de J. Alemán- exige captar como este biopoder, entendido como mera dominación sobre el mundo y las nudas vidas[9] se apoya sobre las operaciones de lenguaje que configuran lo real, en la dirección de una semántica propia. Por tanto, dicha causación estructural y estructurante será un reducto que proteja al sujeto de las derivas totalitarias neoliberales. Desde la estructura del lenguaje signada por la triada necesidad-demanda-deseo, podrá advenir un sujeto causado.

En palabras de J. Alemán, de lo que se trata es de separar el discurso del amo, del mercado-amo. Un Otro discurso-amo organizado por la política y no por la lógica mercantil productora de subjetividades alienadas. El problema reside, entonces, en elucidar qué lugar es inalcanzable en esa producción ilimitada de goce y rendimiento, cuál es el lugar en que habita lo imposible, el no-hay, para acotar el circuito de la mercancía en tanto uno de los posibles atajos que nos alejen de los dispositivos alienantes del biopoder. El desafío del momento presente pasa por entender este tipo de procesos complejos partiendo del no-saber; pues ya no existe un oráculo que garantice nuestros pasos en una dirección única.

El discurso analítico puede contribuir en esta tarea de deconstrucción de salidas del circuito repetitivo. Con ello, una posible salida al malestar de nuestro presente neoliberal, se sustenta en “que cada uno proteja el vacío dándole dignidad a su experiencia, animado por el coraje del deseo”. En otras palabras: Relanzar un deseo, del cual cada quien es soberana/o, pero no determinado por el circuito mortífero de la repetición, pareciera ser una reconocida dirección de la cura.

En esta línea, la cuestión crucial a la que nos confrontamos en la práctica clínica, se localiza en un trazado ético-político: captar en la singularidad del sujeto su impronta de clase, su lugar en las llamadas relaciones sociales de producción que -antes que productivas son deseantes, edípicas y pulsionales- afectando su modo de situarse como respuesta al deseo del Otro. Frenos de mano-según plantea lúcidamente nuestro autor- para intentar acotar la marcha que el capitalismo realiza actualmente: producir un individuo instalado en su yo, que se autoayuda por fuera de la verdad del inconsciente

 

El psicoanálisis y lo político…ó EXIT ¿Por dónde es la salida?

En lo que respecta a nuestro quehacer como trabajadora/es de la Salud Mental orientados por el psicoanálisis; entendemos que existe una potencia subversiva en el discurso psicoanalítico que permite continuar sosteniendo aquellos semblantes que habilitan el lazo social con el Otro. Estas redes de constitución estructurantes del sujeto en lo real, son aquellas mismas que pueden ofrecer resistencia a los embates neoliberales de gestión privada y auto ejecución de los riesgos, a condición de no sofocar los intersticios que dan lugar al diálogo intersubjetivo.

Es cierto que también existen y resisten aún, múltiples dispositivos de participación dentro de las instituciones en las cuales nuestro rol como psicóloga/os todavía resulta fundamental: ámbitos pedagógicos de circulación del saber y co-construcción del conocimiento colectivo, espacios de palabra, la militancia sociopolítica en las universidades, las diversas expresiones de género, culturales y artísticas, que representan superficies de inscripción de un nuevo lazo social político-hegemónico donde una subjetividad popular y soberana pueda emerger, interpelada por los legados simbólicos de justicia social que la preceden, tanto como por las demandas de los sectores explotados por las oligarquías financieras.

Articular una dimensión política y democrática con el escenario de la vida cotidiana desde una lectura psicoanalítica implica que la misma tarea reciba un grado de indeterminación, de no-todo. En los pliegues más íntimos de los dispositivos de dominación neoliberal será donde el sujeto popular podrá advenir (Alemán, 2016:21). Pero la heterogeneidad de las demandas desde las que un sujeto crítico puede acontecer como acontecimiento, se oponen al régimen reproductivo circular del capital. Raíz de la construcción de un proyecto hegemónico (no totalitario) animado por una insistente voluntad colectiva.

Referencias bibliográficas

Alemán, Jorge (2014) En la frontera Sujeto y capitalismo. El malestar en el presente neoliberal (Conversaciones con María Victoria Gimbel), Editorial Gedisa. Barcelona.

Alemán, Jorge (2016) Horizontes neoliberales en la subjetividad, 1ª ed., Olivos: Grama ediciones.

Alemán, Jorge (2019) Capitalismo. Crimen perfecto o Emancipación, Barcelona: Ned ediciones.

 

[1] Seminario XXIV (1976-1977), “L’insu que-sait de l’une-bévue s’aile a mourre” se alude a L’obtrescène: equivoco que hace homofonía entre obscénité (obscenidad), autre (otra), scène (escena).

[2] Este ensayo es producto de una serie de lecturas referenciadas en los escritos del filósofo, psicoanalista y escritor argentino radicado en España Jorge Alemán, publicados por el autor durante el periodo 2014-2019 hasta la actualidad.

[3] En el mapa actual es frecuente asistir a una creciente degradación de la cuestión psicosocial hacia formas de disgregación de los lugares de reconocimiento del otro, de precarización de los lazos subjetivos entre trabajadora/es con el Otro-de-lo-social, devenidos aquella/os en verdadera/os (a)salariados por su carencia. En tanto modalidades de relación que reproducen formas de subjetividad social, tanto la figura de desempleada/o como de inempleada/o estructural se presentifican en modos de subjetivación fabricados por el discurso capitalista, sin salario estable, condicionada/os por las dificultades en el vínculo social, escenario corriente que prefigura un malestar psicosocial especifico.

[4] Puntualización epistémico-política, que desde este pensamiento se sostiene en la tesis de la Soledad del Sinthome y el Común de lalengua; dando sustento a un posicionamiento emancipatorio nodal: el sujeto como hecho político colectivo. Es decir, un sujeto que, en tanto hecho, habla.

[5] A partir de estas puntuaciones, podemos pensar incluso en múltiples formaciones psicosociales que se sustraen a la lógica del mercado, en tanto producciones significantes del sujeto colectivo, en los lazos sociales de solidaridad, de sororidad, de lenguaje inclusivo, de amor, de amistad, de militancia política, y de soberanía.

[6] J. Alemán lo define como aquello que nunca puede ser representado como “totalidad que se totalice a sí misma”.

[7] En la actualidad, muchos psicoanalistas coinciden en que la clínica de la depresión y los ataques de pánico se presentan como una resultante psicosocial de esta promoción de goce.

[8] El discurso capitalista tal como fuera formulado por Lacan en Roma (1972) ha generado una nueva realidad que destruye y pulveriza todo vínculo social, toda ideología y todo legado histórico. En este sentido, es prioritario analizar la caracterización actual de aquello que se entiende por capitalismo, en su versión contemporánea, a partir de una formulación específicamente lacaniana del mismo, en tanto un discurso “sin palabras”; lo que constituye la matriz de un lazo social caracterizado por obstaculizar la emergencia del sujeto.

[9] Este término es tomado del pensamiento teórico social crítico de Giorgio Agamben, en el sentido que se otorga a los cuerpos vivientes de los campos de concentración.