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Discapacidad y Método Scout: una alternativa para la educación integral

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  • N° 5

Lic. Diego M. PERALTA (Psicólogo). Profesional en Organismo de Estado Provincial. Docente Universitario. Docente colaborador en investigación y extensión. Perito. Miembro de la Asociación de Psicólogos Forenses de la República Argentina. Maestrando de la Maestría en Salud Mental Forense de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP. Email: diegomartinperalta@hotmail,com

INTRODUCCIÓN

“…En todos los países del mundo hay niños que viven en una situación especialmente difícil y que por ello necesitan de una atención especial…” (Preámbulo de la Convención Especial de las NNUU sobre los Derechos del Niño)

 

Scouts de Argentina Asociación Civil (SAAC) se funda a fines de 1996 con la firme propuesta de dirigir sus esfuerzos a la educación no formal de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, siempre y cuando, dentro del rango de edad de siete a veintiuno, los beneficiarios de la propuesta, tengan el deseo de participar de ella y compartir una particular aventura. Nunca se hizo distinción de si los beneficiarios o beneficiarias tenían o no alguna discapacidad, pero algunos de los primeros intentos de accesibilidad, fueron fallidos: sea por discontinuidad en la progresión propuesta, sea por desconocimiento de estrategias, nunca por falta de voluntad.

En el Grupo al que pertenecemos (uno entre muchos) en el año 2013, se presenta “Manu”, que, con doce años de edad y una discapacidad múltiple (motora y neurológica), más una historia de integración educativa en curso (algo vapuleada) y una pertenencia a la comunidad parroquial, decide ser parte. De más está decir que sobraron las preguntas y las contradicciones, incluso hubo algunas discusiones que se tiñeron de “peleas”. “¿Cómo hacemos?” y “¿Qué hacemos?” eran preguntas diarias. Pero, aunque no todos estuviéramos tan convencidos de cómo y qué hacer, nadie dudó por qué lo hacíamos: siempre nos convencimos que el Escultismo es para todos.

El proceso, como tal, fue paso a paso: las primeras justificaciones para el trabajo, que generaron los primeros grandes interrogantes, se centraron apresuradamente en pensar la llegada de “Manu” al Grupo en términos de igualdad e inclusión. De inmediato, la representación de otros tantos como “Manu”, sobrevoló el espacio de discusión del Consejo de Grupo, reunido para tratar este tema, entre otros. Y la primera decisión fue acertada: se convocó a una reunión extraordinaria en la que el Consejo de Grupo, llevaría adelante un foro de discusión sobre estos términos, porque urgía la necesidad de registrar acuerdos. Tras ello, se agolparon otros términos que, indefectiblemente, exigían el mismo tratamiento: discapacidad, normativa legal, derechos, salud, integración. Y, de su mano, también se agolparon todas las ansiedades frente al desconocimiento que, al fin de cuentas, como educadores, nos resultaba frustrante. La bibliografía a mano entre las publicaciones de SAAC no era mucha, por no decir que es muy pobre. Y la que circula respecto de estos temas, es tan vasta que no sabíamos por dónde empezar o cómo acotar para poder abordar. Tuve la oportunidad, siendo también docente, de recortar la información necesaria y diseñar la formación suficiente, como para ofrecer un formato taller, en el que la construcción del conocimiento para poner manos a la obra, sea lo más participativa e integral posible, que llegue a los educadores del Grupo Scout, pero que, también, el interés parta de cada uno de ellos: un “ida y vuelta” que se teje entre varios, tal como la ofrece la pedagogía crítica y participativa. La misma que se utiliza para la enseñanza del Programa Scout.

Comparto el desarrollo propiamente dicho del formato taller y de los conceptos allí elaborados, pero, previamente, es necesario puntualizar las características más sobresalientes del Programa Scout y del Método Scout, terrenos que pudieron prepararse / adaptarse, para la aventura de “Manu”.

 

DESARROLLO

El Programa Scout es un programa de educación integral dirigido a niñas, niños, adolescentes y jóvenes, que tienen entre siete y veintiún años de edad (actualmente se incorporan niños y niñas de cinco años en una prueba piloto), cuyas motivaciones básicas son la educación en valores y la vida en la naturaleza. Presenta seis áreas de crecimiento, que se sostienen a lo largo del registro de la progresión personal de cada persona y que cuentan con objetivos y contenidos de mínima, que deben alcanzar por etapas de progresión: socialización, corporalidad, afectividad, carácter, creatividad y espiritualidad (que no se reduce a religión). Está preparado atento a las necesidades e intereses de cuatro grupos de edad: grupo etario de siete a diez años (Manada); de once a trece años (Unidad SCOUT); de catorce a diecisiete años (Unidad CAMINANTE) y de dieciocho a veintiún años de edad aproximadamente (Comunidad ROVER). Siempre teniendo presente el tránsito personal que cada uno hace durante su desarrollo evolutivo–madurativo y apostando a su permanencia en el Escultismo, independientemente del Grupo al que pertenezca. Todo ello, se encuadra: A) en un Fondo Motivador, que permite que la “experiencia” se cuente en la lógica de una historia particular (dinámica de la espiritualidad); y B) en un Marco Simbólico, que permite concretar, en el imaginario común, los ritos de pertenencia, crecimiento y pase. Todas las Unidades de Trabajo, cuentan con organismos de acción y decisión que aseguran la identificación, la participación y la organización de la convivencia y la educación, tal como debería resultar en la vida cotidiana.

Sabiendo que “Manu” ingresaba a nuestro Grupo, la decisión de nuestra formación permanente como educadores, era un hecho. He aquí los conocimientos desarrollados, los construidos y los acuerdos alcanzados en el formato taller, que pudimos registrar, pero que no pudimos publicar hasta el momento:

Concluimos que la IGUALDAD, es un “…juicio crítico de valor socio cultural, que imprime, por defecto, el ‘borramiento’ de las diferencias interpersonales, toda vez que, estas diferencias, se relacionan directamente a un perjuicio, que recae en una persona, grupo o comunidad (la entidad de ‘discapacitado’, por ejemplo); o toda vez, que se quiera evitar una ‘sanción social negativa’, por una acción llevada a cabo que contraría los valores culturales (‘salvar’ las consecuencias de un señalamiento por discriminación, por ejemplo), independientemente de lo que esté regulado por ley. Brecha que se puede volver más estrecha, cuanto más conozcamos de alcances, limitaciones e incumbencias. Pareciera ser que las opciones de JUSTICIA y de EQUIDAD, nos podrían ayudar a resolver la tensión, si es que, en algún momento, alcanzamos la convicción que, cada quien, puede tener por derecho lo que le corresponde. Es decir: no se resuelve por ‘juzgamiento’, sino que, en manos de todos y desde donde nos incumbe, podemos promover la optimización de recursos de toda índole, para que las diferencias sean posibles, se acepten y no se ‘borren’.”

Consecuentemente, definimos a la INCLUSIÓN, como una “acción deliberada (intencional) que resume una serie de comportamientos personales, en los cuales se manifiesta la experiencia de acuerdos, tácitos o explícitos, referidos a la convivencia de las diferencias individuales. Pero, como nos hace ruido, porque NO queremos que se siga pensando que el movimiento de inclusión es desde otros hacia nosotros, preferimos hablar de una lógica inclusiva o inclusión de conjuntos, donde, ese movimiento, más que de ida y vuelta, es un movimiento envolvente, como en espiral y por ello, constantemente, persigue el objetivo de facilitar el proceso educativo, manteniendo la heterogeneidad de las identidades de educandos y educadores. De aquí, creemos que, por derecho, las oportunidades deben ser iguales para todos, pero, el acceso a las mismas, debe ser ajustado acorde a las necesidades de cada quien (creemos continuar en pie con las acepciones de lo justo y lo equitativo) y, para ello, se hace prácticamente imprescindible una regulación por escrito que marque los alcances y las limitaciones correspondientes.”

NO podemos soslayar el concepto de DISCAPACIDAD, que es el que nos convoca. Pero sorpresivamente, antes de ponernos de acuerdo y definirla, nos fuimos más al fondo de la situación y nos planteamos: ¿será posible invertir la lógica con la que sigue siendo concebida? Es decir, ¿será posible pasar de la SUBJETIVIZACIÓN de la DISCAPACIDAD (como si tuviera entidad propia) y la COSIFICACIÓN del SUJETO (como quien no dispone de sí) a la lógica contraria? Porque, mientras se siga descontextualizando a la discapacidad y se la aborde social y culturalmente desde la “practicidad” de la medicalización y desde la facilidad o “liviandad” de la asignación de una etiqueta que borra identidad, nunca vamos a poder pensarla en un proyecto educativo, ni mucho menos en un “Plan Personal de Acción (PPA)”. Concebida con aquella lógica, la DISCAPACIDAD rompe los VÍNCULOS, interrumpe procesos de SOCIALIZACIÓN, promueve una AUTOPERCEPCIÓN distorsionada y, como venimos anticipando, “define” y “señala” al DISCAPACITADO e impide que se vea a la persona, más allá y más acá de una condición. Terrible efecto lapidario que “se acepta” y funciona en forma independiente de cualquier discurso, incluso, en el de aquellos que quieren justificarse en “una forma de decir”: hecho propio de un imaginario acrítico, al que nos seguimos confrontando pero al que pertenecemos.

El concepto de PROBLEMA. Dada la coyuntura en la que nos encontrábamos, no podíamos continuar si no sorteábamos otro escollo: definir el concepto de PROBLEMA. Discutimos y acordamos que, “una situación es problemática, desde el momento en que se percibe el riesgo al que una persona, grupo o comunidad se encuentran expuestos. En este proceso de percepción, se ponen en juego dos áreas determinantes de la identidad de quien percibe (o perceptor): el área del conocimiento (o intelectual) y el área afectiva (o valorativa). Es decir, independientemente de quién perciba (persona, grupo o comunidad), se pone de manifiesto el conocimiento o saber, respecto del riesgo (experimentado corrientemente con la sensación de “peligro”) y la valoración del grado del riesgo, gracias a la cual, jerarquizamos y priorizamos las acciones y las intervenciones, para subsanarlo”.

Cabe destacar que todos los educadores que participamos del taller, pusimos el acento en el concepto de ENFOQUE de RIESGO de la Salud Pública. Porque, si bien no constituimos un equipo sanitario, no podemos desconocer los alcances que tiene el abordaje de una situación problemática, cuando conlleva compromiso con cuestiones atinentes a la salud. Entenderemos el RIESGO, tal como se lo define de común acuerdo como “una medida estadística de probabilidad de que un hecho adverso ocurra y afecte consecuentemente a una persona, grupo o comunidad; al ser una medida expresada tanto en porcentajes como en tasas (medida que contempla los casos por miles), se los utiliza también como indicadores de prevalencia o incidencia de la factibilidad de lo adverso o problemático, sobre una persona, grupo o comunidad. En términos más claros: esas medidas, indicarán en qué grado, las personas, grupos o comunidades, están o se verán afectados. PERO, el riesgo, no cuenta con una entidad per se, si no es en función de cómo se ubica, como tal, en un ‘encadenamiento’ de causas y consecuencias, tanto o más riesgosas que sí mismo y, por las cuales, es más operativo hablar de una SITUACIÓN de RIESGO. Una situación que habla de la historia del riesgo y en la que se identifican los múltiples factores que lo ‘provocaron’ o, mejor, lo configuraron como una coyuntura visible aquí y ahora. De este modo, el enfoque sobre la situación, también deberá ser múltiple e inespecífico. Con ello queremos decir que: si NO hay una sola causa del problema y tampoco hay una sola consecuencia, NO habrá una sola disciplina que, por sí sola, NI un sector que, por sí solo, puedan abordarla” (Referencia en GAVILAN Mirta, VILLALVA Adriana; 2007).

Supimos entonces que, bajo ningún punto de vista, podíamos dejar de trabajar con la familia de “Manu”, con la escuela en la que se integraba “Manu”, con el equipo de salud que atendía a “Manu», con las necesidades que presentaba “Manu”, con las leyes que amparaban a “Manu” y a quienes trabajábamos como adultos responsables con él, pero, mucho menos, podíamos dejar de trabajar con lo que deseaba, sentía y decía “Manu”. No podíamos pensar en estar constantemente dividiéndonos de entrevistas en entrevistas y no por falta de voluntad, sino porque evaluamos que semejante despliegue, era una mala gestión del recurso humano, que redundaría negativamente en socavar una diferencia cada vez más honda. Así, echamos mano nuevamente a la discusión, respecto de la necesidad de una PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA y la definimos como: “un proceso de organización formal para ejecutar las acciones; esas mismas que, una vez presentada la planificación, van a poder anticipar (o preceder) qué es lo que hay que hacer y, a la vez, van a ir marcando el rumbo (o presidir) para ‘saber’ cómo hay que hacerlo. Lo primero, gracias a un análisis previo y constante de la situación (diagnóstico) y lo segundo, por ser un proceso consecuente con las propuestas para hacer: metas, objetivos y/o acciones propiamente dichas. Su diseño, análisis de viabilidad, ejecución y evaluación, se suceden en diferentes momentos y son posibles por la participación de todos los actores y sectores involucrados” (Referencia en GAVILAN Mirta, VILLALVA Adriana; 2007).

De la mano de la PLANIFICACIÓN, consideramos a la EVALUACIÓN como “un proceso, también organizado y continuo, por el cual NO sólo se miden resultados, sino que se supervisa, analiza y cambia (de ser necesario) el curso de la acción planificada. También se desarrolla en diferentes momentos y se basa, paso a paso, en la detección, definición e interpretación de los llamados indicadores de evaluación psicosocial, gracias a los cuales las acciones se orientarían hacia un norte” (Referencia en GAVILAN Mirta, LABOURDETTE Sergio; 1999).

A esta altura necesitábamos contar con un concepto de DISCAPACIDAD. Una aproximación normativa dice: “se considerará que, dentro de la experiencia de la salud, una discapacidad es toda restricción o ausencia -debida a una deficiencia- de la capacidad de realizar una actividad en la forma o dentro del margen que se considera normal para el ser humano” (Ley 10.592 Régimen Jurídico Básico e Integral para las personas con discapacidad; 1987). Estábamos de acuerdo, en líneas generales, pero no nos sentíamos conformes en caso de tener que fundamentar esta concepción, con toda la crítica que veníamos planteando. Ello llevó a que, el formato taller, se extendiera en unas horas, más allá de las cuatro mínimas requeridas para acreditarlo como experiencia de formación; y hasta fue determinante, para organizar otra jornada taller a fin de continuar y concluir en algunos acuerdos para la acción conjunta. Organizamos, entonces, un concepto crítico de discapacidad: “sin perjuicio del concepto anterior, también decimos que la DISCAPACIDAD es toda aquella restricción o ausencia de la capacidad de realizar una actividad, en la forma o dentro del margen que se considera funcional para cada persona afectada. Ello, atento a que puede ser consecuencia de un déficit y/o de una disfunción, incluso adquiridos en el tiempo y que interfiere directamente, en el grado máximo de optimización que cualquier persona puede manifestar, respecto de cualquiera de los logros madurativos, afectivos, evolutivos y sociales que persigue” (Referencia en SILBERKASTEN Marcelo; 2006).

El Proceso de INTEGRACIÓN tal como lo definimos:

Recordemos que el Método Scout posibilita la implementación del Programa Scout y que dijimos que, es posible, por el registro de la progresión personalizada de cada beneficiario y beneficiaria, conforme vaya pasando de rama en rama (o unidades de trabajo del Grupo Scout), conforme vaya creciendo a la par de otros, bajo la supervisión responsable de los adultos a cargo y siempre atentos a sus necesidades e intereses. De esta manera el registro de los Planes Personales de Acción, constituye la herramienta estratégica por excelencia para poder cumplir el propósito del Escultismo: la educación en valores y el empoderamiento o la autonomía de futuras personas adultas sanas, sonrientes y serviciales.

Consecuentemente, el trabajo durante los talleres, versó, adrede, en la construcción, paso a paso, de una planificación estratégica. Cada uno de nosotros debía promover la resolución en equipo de las siguientes consignas:

  • IDENTIFICAR las situaciones de riesgo presentes en nuestro Grupo Scout de pertenencia, con especial énfasis en la DISCAPACIDAD.
  • DISEÑAR un mapa conceptual, al menos, de una de ellas.
  • Proponer ESTRATEGIAS de acción viables en la realidad del Grupo Scout, particularmente aquellas que estén referidas a esta concepción de la integración.
  • Revisar con qué TÁCTICAS contamos cada uno de los recursos humanos que conformamos el equipo de educadores, para poder concretar aquellas estrategias.
  • Prestar especial ATENCIÓN a las incumbencias, los alcances y las limitaciones que tenemos como educadores: el hecho de estar SIEMPRE presentes no sólo NO es posible, sino que, como ya adelantamos, no redunda en beneficio.

Como consecuencia se concretaron plenarios de discusión de los que se concluye la necesidad de:

ADAPTAR el Programa: pero no reformulando su forma ni su contenido, sino entendiendo los parámetros propuestos en función de las posibilidades de cada quien, en este caso, en función de las posibilidades de “Manu”. Ello facilitó una adaptación progresiva y sostenida de la esencia del Programa para todos los destinatarios con discapacidad y/u otra problemática. Más: el enriquecimiento de esta esencia, redundó en beneficio de la adaptación personalizada para todos los destinatarios, tengan o no una discapacidad, porque fue posible visibilizar diferentes grados de optimización de los logros o, más claro, fue posible comprender hasta dónde podemos cada uno, con lo que queremos y con lo que tenemos por delante.

ADAPTAR el espacio. Y no necesariamente por remodelación (aunque de ser necesaria, debe ser posible), sino por optimización del uso de los espacios en los que se desarrolla la gestión del Programa, para que todos cuenten con las mismas oportunidades para su aprovechamiento. Para ello, más que recurrir a especialistas, se hizo uso de la inventiva de cada actor que pudo aportar algo distintivo, para que los espacios no sean un escollo. Ejemplo de ello, el trazado de circuitos dentro o fuera de la sede del Grupo, para que las actividades educativas y/o recreativas, sean posibles.

Y, una vez más, considerar la ADAPTACIÓN de los educadores: reafirmando el compromiso en la necesidad de capacitación y formación continua y actualizada del RRHH, tanto como en la optimización de la distribución de esfuerzos, generados en pos de enseñar el Programa a personas con y sin discapacidad y/u otras problemáticas.

 

CONCLUSIONES

Es evidente que, el trabajo conjunto de los adultos, discutido y acordado más allá de las diferencias individuales, cuando tiene un propósito claro y común, hace posible la ejecución de propuestas novedosas. Entre ellas la educación integral por medio de un método alternativo e informal, pensado para muchos, incluso también para “Manu” que pudo aceptar sus alcances y sus limitaciones (impuestas por una discapacidad estructural), tanto como para nosotros, que tuvimos que hacer lo mismo como educadores. Proceso que terminó siendo posible (y continúa siendo) por encima de los fantasmas del fracaso… Seguramente no inventamos este puente que encontramos viable. O tal vez “inventamos” su viabilidad en la realidad de nuestro Grupo… Lo que sí es seguro, es que siempre vamos a estar agradecidos a la necesidad que “Manu” (como otros tantos) nos generó, respecto de esta oportunidad que nos dimos, para enfocar con actitud crítica nuestros paradigmas y nuestras consecuentes concepciones…

Nuestras aproximaciones al marco legal, nos dieron la referencia suficiente para conocer, para saber qué hacer y cómo hacer, para saber qué NO hacer, para acompañar, para resguardar, para cuidar, nuestras acciones y, particularmente, a nuestros niñas, niños, adolescentes y jóvenes. Compartimos con las Líneas Directrices expuestas en “Escultismo para Niños en Situación Especialmente Difícil”, publicación de la Oficina Scout Mundial del 2010 (y también criticamos y nos animamos a proponer), que “los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en situaciones especialmente difíciles ‘son aquellos que, durante períodos más o menos largos de su vida, están expuestos a una situación determinada por múltiples factores de riesgo: sociales, biológicos, psicológicos, genéticos, culturales y comunicacionales. Generalmente entre las CAUSAS, observamos que están faltos de la atención y protección necesarias por parte de los adultos y entre las CONSECUENCIAS, que viven apartados del marco de la sociedad tradicional.” De ahí que compartimos el mismo propósito, con “numerosas Organizaciones Scouts Nacionales (OSN) que trabajan este aspecto y, en particular, con comunidades étnicas minoritarias, con niños trabajadores y con aquellos que viven y trabajan en la calle, para mejorar su calidad de vida y ayudarles a dominar competencias socialmente aceptables, para que puedan encontrar un puesto significativo en el seno de sus comunidades locales.”

Desarmar una identidad, forjada en la discapacidad, lleva el mismo arduo trabajo. Pero el compromiso en una coparticipación, dirigida por el principio de buenas prácticas puestas al alcance de todos, facilita la emergencia de adultos responsables que sorteen las diferencias y cuyo acuerdo principal por encima de ellas, sea respetarlas y acompañarlas, para promover la manifestación máxima posible de los logros personales. Los fantasmas del señalamiento, la etiqueta, el prejuicio, la victimización, el rechazo, la exclusión, entre otros, van a ser eso, fantasmas, pero no por ello van a dejar de insistir con su condicionamiento. Nuestras acciones tienen puerto seguro si, como educadores, promovemos la PARTICIPACIÓN, la PERTENENCIA y la PROYECCIÓN de nuestros beneficiarios, mediante las herramientas que dominamos. Algunas de ellas se resumen en: la identificación entre compañeros puesta a punto, por ejemplo, en el sistema de PATRULLAS; la adhesión a un equipo de trabajo semejante por medio del sentido de UNIDAD; el acceso o pertenencia a una pequeña comunidad por medio de un sistema de VALORES comunes; y la posibilidad de crear una nueva visión de su propio futuro mediante una PROMESA o compromiso de por vida.

La inversión de aquella lógica lapidaria queda asegurada si nos esforzamos constantemente en llevar a cabo acciones de PROMOCIÓN:

  • De conductas saludables
  • De desarrollo de capacidades autónomas
  • De construcción de sentidos de pertenencia
  • De crítica de los prejuicios
  • De afrontamiento de los fantasmas

Así, el Escultismo no es más que uno de los tantos nudos de una misma RED SOCIAL COMUNITARIA, desde donde se puede ofrecer y sostener una intervención, para una educación alternativa frente al problema. Nuestro compromiso queda entonces resumido en hacer:

  • Todo lo que podamos cumplir en lo personal…
  • Todo lo que no vaya más allá de nuestro alcance como educadores…
  • Todo lo que podamos estimar de común acuerdo con otros…
  • Todo lo que esté dentro de la normativa legal…

TODO lo que en el deseo y de buena fe nos resulte utópicamente imposible para promover que nuestros beneficiarios, como “Manu” entre otros tantos, puedan dejar el mundo en mejores condiciones de aquellas en las que lo encontraron, muy a pesar que las actuales o las que les tocan, tal vez no sean las más favorables… No hagamos nada, sino lo mejor…

 

REFERENCIAS

  1. CONVENCIÓN Internacional de los DDHH (10 de diciembre de 1948).
  2. CONVENCIÓN Internacional de los DDNN (1989).
  3. CONVENCIÓN sobre los DERECHOS de las PERSONAS con DISCAPACIDAD (13 de diciembre de 2006).
  4. GAVILAN Mirta (1999). “Nuevas Estrategias en Orientación Vocacional-Ocupacional”. Editorial de la UNLP. La Plata, Buenos Aires.
  5. GAVILAN Mirta, LABOURDETTE Sergio (1999). “Estrategias de Evaluación de Programas Sociales”. Editorial del Departamento de Psicología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Colección Temas en Psicología. La Plata, Buenas Aires.
  6. GAVILAN Mirta, VILLALVA Adriana (2007). “La Psicología en el campo de la Prevención: marco conceptual y operativo”. Primera Edición. Editorial De La Campana. Colección Universidad. La Plata, Buenos Aires.
  7. Ley Nacional 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las niñas, niños y adolescentes (28 de septiembre de 2005).
  8. Ley Provincial 13.298 de la Promoción y Protección Integral de los Derechos de los Niños (2005).
  9. Ley 24.901 Sistema de Prestaciones Básicas en Habilitación y Rehabilitación Integral a favor de las personas con discapacidad (5 de noviembre de 1997).
  10. Ley 10.592 Régimen Jurídico Básico e Integral para las personas con discapacidad (22 de octubre de 1987).
  11. MACEIRA Daniel (compilador) (2007) “Atención Primaria en Salud: enfoques interdisciplinarios”. Primera Edición. Editorial PAIDOS. Colección Tramas Sociales. CABA, Buenos Aires.
  12. Oficina Scout Mundial (noviembre de 2010). “Escultismo para Niños en Situación Especialmente Difícil”. Métodos Educativos. Investigación y Desarrollo.
  13. SILBERKASTEN Marcelo (2006) “La construcción imaginaria de la discapacidad”. Primera Edición. Editorial TOPIA. Colección Psicoanálisis, Sociedad y Cultura. Capital Federal, Buenos Aires.
  14. XXXVI Conferencia Mundial del Escultismo (2002).