En el Trabajo Integrador Final, se realizó un análisis bibliográfico sobre el “Rol del psicólogo en equipos interdisciplinarios en hospitales de salud pública, interviniendo con adolescentes de 15 a 18 años, con enfermedades de base orgánica”.
Dicho interés se despertó a raíz de una Práctica Profesional Supervisada en un hospital de alta complejidad en Buenos Aires, en el año 2019. En el espacio de la materia Clínica de Niños y Adolescentes, de la carrera Licenciatura en Psicología de la Universidad Nacional de La Plata.
Para ello se realizó un encuentro desde distintas producciones teóricas, profundizando en cada una de las temáticas mencionadas tales como el Rol del Psicólogo, El equipo Interdisciplinario, Salud Pública, Adolescencia, Enfermedades de Base orgánica, así como algunos antecedentes en estas áreas. Ello permitió poder conocer sobre esta problemática que aún amerita una profunda investigación para posibilitar su crecimiento. De allí el nacimiento del título “La intervención interdisciplinaria con adolescentes. Singularidades y desafíos.”
Se tomaron aportes teóricos de materias como Psicología Evolutiva II, Psicología Institucional, Psicología Preventiva, Clínica de Adultos y Gerontes y Clínica de Niños y Adolescentes.
La investigación fue enmarcada en el período de profundización del rol del psicólogo, en el área de formación profesional, con las distintas alternativas que implica el rol, y la complejidad del ejercicio del mismo.
Entendiendo al trabajo en equipos interdisciplinarios, dentro del ámbito de la salud, como aquel que se desarrolla en grupos de personas provenientes de distintas áreas tales como psicología, psiquiatría, medicina general, trabajo social, acompañantes terapéuticos, entre otros. El objetivo es pensar un abordaje en conjunto que resulte pertinente para atender la singularidad de cada paciente, teniendo en cuenta las herramientas y miradas de cada disciplina, las particularidades de cada institución, la participación de la familia y las características del contexto en el que están insertos. Destacando como eje transversal que todos los actores intervinientes poseen un mismo objetivo en común.
En lo que corresponde al grupo etario, se piensa en adolescentes desde los quince hasta los dieciocho años de edad, por lo particular de la intervención con ellos al encontrarse en un proceso de cambios, como es el período de la adolescencia, un pasaje de la infancia hacia la adultez. Entendiendo que no todas las instituciones disponen de espacios que se aboquen exclusivamente en esta área. Generalmente se disponen equipos de trabajo con intervención en niños o adultos. En consecuencia, queda relegado un modo de abordaje donde se los piense y considere como adolescentes, donde sus deseos sean oídos y considerados. Es fundamental posibilitar un espacio propio, donde construyan su autonomía, con una posición más activa en relación a su cuerpo, sus cambios, la enfermedad que transiten y la toma de decisiones en relación a ello. Esto aún dificulta la transición y derivaciones siendo muchas veces nulas o escasas y solo es un traspaso del paciente correspondiente cuando los mismos llegan a ser mayores de edad.
Para pensar la “complejidad” de la tarea del trabajo con adolescentes desde la propuesta de investigación del abordaje en equipo interdisciplinario, se utilizará como marco teórico aportes desde la psicología comunitaria y desde la perspectiva psicoanalítica. Desde allí, podemos entender a la adolescencia como procesos de cambios y de construcción de la identidad, para conformar una autonomía frente a los enunciados parentales y sociales.
Desde el psicoanálisis, pensar en adolescentes, es considerarlos en permanentes cambios, pérdidas, construcciones y reconstrucciones, como lo menciona Piera Aulagnier. En él habrá ganancias y pérdidas, se elabora un nuevo registro del cuerpo, una nueva personalidad, con intereses, valores y afectos. En este trabajo de duelo, se van construyendo identidades, dejando enunciados parentales y sociales, y resignificando otros para volverlos propios, para construir su propia historia.
La adolescencia es un proceso muy singular y paulatino, donde asumir nuevas posiciones implica una lucha yoica. Mantener una mismidad es todo un trabajo.
Por ese motivo resulta importante poder abordar cada caso de forma interdisciplinaria, atendiendo los múltiples procesos que puede arrojar el trabajar con adolescentes con enfermedades orgánicas de base, que implicarán tratamientos, muchas veces invasivos y dolorosos, internaciones, procesos de rehabilitación, diferentes consultas médicas, etc.
El propósito de las intervenciones en el marco de las PPS, fue trabajar con adolescentes en estado de salud grave amenazante o limitante para la vida. Se apunta a reinsertarlos en la sociedad, en construir su independencia, que sean escolarizados, que tengan vínculos más allá de los hogareños, vida social, interacción con pares, que tengan privacidad e intimidad, entre otros factores. Construir sujetos con autonomía en donde puedan ejercer en su vida cotidiana sus accionares en torno a sus deseos, lo que se torna todo un desafío.
En la ley de Salud Mental vigente desde 2010, la modalidad de abordaje promueve que la atención en salud mental debe estar a cargo de un equipo interdisciplinario, integrado por profesionales, técnicos y otros trabajadores capacitados con la debida acreditación de la autoridad competente. Se incluyen las áreas de psicología, psiquiatría, trabajo social, enfermería, terapia ocupacional y otras disciplinas o campos pertinentes.
La ley sostiene que los profesionales con título de grado están en igualdad de condiciones para ocupar los cargos de conducción y gestión de los servicios y las instituciones, debiendo valorarse su idoneidad para el cargo y su capacidad para integrar los diferentes saberes que atraviesan el campo de la salud mental. Todos los trabajadores integrantes de los equipos asistenciales tienen derecho y el deber de capacitación y formación permanente y a la protección de su salud integral, para lo cual se deben desarrollar políticas específicas.
Entendiendo por salud integral, un derecho humano. Siendo el estado del bienestar ideal que se alcanzaría con un equilibrio entre los factores físicos, biológicos, emocionales, mentales, espirituales y sociales.
Debe haber un consentimiento informado, donde se comunique a los pacientes, las intervenciones que se realizarán. Y en este caso al trabajar con menores de edad se habla de asentimiento informado, considerando el concepto de autonomía progresiva, basándonos en consideraciones principales de la bioética. Tanto el sujeto, como su responsable, deben estar de acuerdo, saber, conocer y entender, en el mejor de los casos, cuáles son las intervenciones que se llevarán adelante y sus posibles secuelas o consecuencias.
Se puede observar que el trabajo de forma interdisciplinaria todavía es un campo de lucha y conquista frente a diversos aspectos. Existe una brecha entre lo esperado, lo promovido por la ley y lo que sucede en los equipos al ejercer un abordaje integral. Los profesionales deben ejercer de forma igualitaria, atendiendo las particularidades de cada caso. Teniendo en cuenta que el objeto de estudio que se propone son sujetos, atravesando una etapa de sus vidas muy particular. En esta línea, existen múltiples factores que complejizan la temática representada.
Nuestro rol como psicólogos es posibilitar el diálogo y el encuentro. Cuando nos encontramos trabajando en cuidados paliativos, debemos posibilitar la comunicación entre el equipo interdisciplinario de trabajo, los pacientes, como sujetos de derecho, y los vínculos cercanos como amigos y familia.
La Organización Mundial de la Salud (2020) postula que los cuidados paliativos forjan una mejor calidad de vida, en pacientes de todas las edades, así como también en sus vínculos más cercanos. Implica una actividad de prevención y de alivio de la enfermedad, tanto al identificarla, tratarla, como finalizar las intervenciones.
Son intervenciones singulares, además de trabajar el caso por caso en contexto, el tratamiento no se reduce a tratar síntomas físicos. Las distintas estrategias se construyen y reconstruyen para los pacientes, sus familias y para los equipos que proporcionan el cuidado y acompañamiento. Es un apoyo en todos los tiempos, el inicio, el desarrollo e incluso el duelo.
Los cuidados paliativos se piensan para sujetos de derecho, sujetos deseantes independientemente de la patología y el curso de la misma. Por eso es crucial la atención a las necesidades particulares del paciente y sus vínculos. El objetivo es mejorar la calidad de vida de los pacientes, de sus vínculos cercanos y del equipo interdisciplinario que intervenga.
Es imprescindible concebir un sujeto de deseo en cada paciente, atender a sus anhelos, posibilitar su lazo social, actividades escolares y /o el inicio de actividades laborales.
Así cabe introducir los siguientes interrogantes que rigen la propuesta para reflexionar sobre dicha temática:
¿Cómo se lleva adelante el trabajo en equipos interdisciplinarios con adolescentes con enfermedades orgánicas de base?
¿Qué lugar cumple el rol del psicólogo en el trabajo interdisciplinario?
¿Cómo se circunscribe el rol de la salud mental en los equipos interdisciplinarios?
¿Cómo se incluyen en estos abordajes a la comunidad, a las familias y al contexto en el cual están insertos tanto los pacientes como los equipos?
Conclusiones.
Gracias a la experiencia vivida en una Práctica Profesional Supervisada, nació un fuerte interrogante tan apasionante como complejo y desafiante. En principio, en relación al lugar de los psicólogos trabajando en forma interdisciplinaria, pero no en cualquier contexto. Nada más y nada menos que en hospitales públicos, en espacios de construcción de salud pública. Particularmente con adolescentes, quienes no solo deben duelar un cuerpo y una identidad infantil para construir uno nuevo, si no que en ese proceso deben avanzar con una enfermedad de base orgánica. De ahí el título, de ahí las ganas y la motivación para explorar una temática que aún tiene tanto por desarrollar y crecer.
Las propuestas de intervención conducen a buscar, a construir la historia de sujetos en comunidad. Se juega la puesta en palabras, y la escucha, ambas actividades ejercidas tanto por profesionales, como por los pacientes y sus familias. Todos los actores poseen una posición activa, o al menos, eso se intentará potenciar.
Las intervenciones se pensarán de acuerdo a las necesidades de cada caso entendiendo su multideterminación. Allí confluyen varias pujas, se trabaja en tensión, entre profesionales de distintas disciplinas y las particularidades de cada comunidad. Es una tarea compleja que no se encuentra aislada de marcos teóricos, posiciones éticas, políticas y normativas.
Nuestro rol como psicólogos, siempre será posibilitar el diálogo y el encuentro. Aún más entendiendo que los cuidados paliativos tienen como objetivo mejorar la calidad de vida de pacientes, familias, amigos y equipos interdisciplinarios.
Podemos sostener que nuestra tarea requiere de un continuo encuentro, con otros, con espacios, con sujetos, con teorías, lo cual converge en nuestra formación incesante. Formación la cual no consideramos acabada, la concebimos en construcción, en movimiento, nutriéndose en el encuentro con nuestros pacientes, con colegas y con profesionales de otras disciplinas.
Nuestro país, vaya territorio de riqueza, nos brinda un suelo fértil para sembrar nuestras intervenciones, ese suelo está compuesto de un sistema de salud pública, de la comunidad, de perspectivas en cuestionamiento y deconstrucción continua también.
Siguiendo con la analogía, no se me ocurre un brote más pertinente que el florecer para representar la adolescencia. Las distintas ramificaciones podrían ser los distintos caminos que puede llevar la constitución de la identidad. El intento por construir un camino propio, necesitando de una raíz de la cual partir.
Y como si este duelo con la identidad y el cuerpo infantil, con los enunciados parentales y sociales, esta lucha por un yo autónomo no fuera poco, el desafío es mucho más grande al encontrarnos con enfermedades de base orgánica. Ellas no representan solo un reto para quien la transita, sino también para todo su entorno, sus vínculos cercanos y, por supuesto, para los profesionales que intentarán superar la idea de grupo de personas, para transformarlo en un equipo, con un objetivo en común, brindando un rol especial a cada actor involucrado.
Nuestro rol implica sembrar, regar, podarnos, marchitarnos, y florecer una y otra vez. Crear las condiciones necesarias para cada situación. Es nuestro lado más artesanal y por ello, más enigmático, más laborioso y más comunitario. Ya que no podemos ser sin otros.