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Los impactos en las conductas del uso de las tecnologías en la pandemia

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- Prof. Psic. Norma Delucca**, Psicóloga Clínica (Universidad Nacional de La Plata), Especialista en Psicología Forense (Orientación: Peritajes/ Familia) y en Psicoanálisis Vincular. E-mail: normadelucca@yahoo.com.ar

Los impactos en las conductas del uso de las tecnologías en la pandemia*

Para comenzar este artículo, haré una breve introducción para diferenciar dos premisas del enunciado: “el uso de las tecnologías”, y por otra parte, “en la pandemia”.

Por un lado, entonces, una reflexión sobre las tecnologías en general y por otro sobre el uso de la comunicación digital en la pandemia.

En primer lugar, es importante puntualizar que las tecnologías existen desde los albores de la civilización, hace milenios. Cada época ha creado nuevos instrumentos tecnológicos y nuevas máquinas. Por lo tanto, son construcciones históricas, con objetivos e intereses ligados a esos tiempos y producidas masivamente, por sectores dominantes de cada sociedad (Estado o grandes empresas monopólicas).

En consecuencia, se puede afirmar que no son neutras sino que están ligadas a determinados intereses y generan efectos, éstos pueden ser efectos positivos o negativos. En la mayoría de las personas, genera ambos.

Se debe situar que cada logro tecnológico supone una ganancia y una pérdida. Por ejemplo, cuando se inventó el ascensor, se perdió en parte el uso de la escalera; el GPS, nos hace perder parte de nuestra capacidad de orientación espacial, etc. Paul Virilio, un gran pensador francés fallecido hace poco tiempo, señala en uno de sus libros –El arte del motor-, que con cada invención tecnológica, también se “inventó” un nuevo accidente. Con el auto, el choque; con el tren el descarrilamiento, con la velocidad, “el olvido”. Con la aceleración tecnológica y de nuestras vidas, no logramos registrar adecuadamente lo que vamos experimentando. Los tiempos psíquicos de elaboración, son más lentos que las máquinas actuales y que la velocidad de transmisión de las noticias.

Por tanto, no hay ganancia sin pérdida, pretender la ganancia ilimitada es una condena a la frustración.

Ya desde el auge de la televisión como medio masivo de comunicación, filósofos y sociólogos, entre ellos Cornelius Castoriadis, de origen griego pero inscripto entre los pensadores franceses, en El avance de la insignificancia, advierte que la hegemonía del capitalismo, en alianza con los medios que difunden la propaganda de sus productos de manera constante, que transmiten una información fragmentaria, en muchas ocasiones contradictoria y de difícil elaboración, van generando una transformación de nuestras subjetividades. Así, sin que nos diéramos cuenta, fuimos pasando de ciudadanos a consumidores, borrándose  las barreras generacionales, porque todos por igual, estábamos y estamos afectados por la influencia de estos verdaderos creadores de demandas sin fin. Demandas permanentes que por no ser nunca totalmente satisfechas, vuelven a reiniciar el ciclo. ¿Acaso no hemos asistido todos a los llantos de niños que en un shopping intentan ser colmados por sus padres por más y más objetos de goce efímero, no lográndose nunca este objetivo? Como decíamos, si no se acepta una pérdida, un tope, siempre surge la frustración, difícil de manejar.

Ya al final del Siglo pasado y adentrándonos en la época actual, asistimos al predominio de un capitalismo financiero por sobre el productor, que se hace global e integrado y que también, de la mano ahora de una tecnología digital que arrasa con las dimensiones del tiempo y del espacio, produce nuevas trasformaciones en nuestras subjetividades.

Detengámonos un momento a pensar en esta realidad, de la mano de muy lúcidos autores contemporáneos como Franco “Bifo” Berardi –Fenomenología del fin-, Paula Sibilia –La intimidad como espectáculo-, Miguel Benasayag –Singularidad de lo vivo-, por mencionar algunos, ya que hoy en día todos estamos muy preocupados por pensar estas cambiantes y aceleradas formas de vida, que nos “colonizan” y aplanan nuestra capacidad de reflexión.

Pueden situarse entonces efectos positivos y negativos sobre nuestras subjetividades de las nuevas tecnologías: celulares; internet; redes sociales múltiples. Y el uso que hacemos de ellas en tiempos de pandemia.

Entre lo positivo podemos encontrar la capacidad de comunicación distal con diferentes personas en un momento de aislamiento. Asistencia, por ejemplo a conferencias transmitidas por plataforma zoom de los autores antes mencionados, dictadas desde sus países de residencia, que no las hubiese podido escuchar en presencialidad.

Poder acceder a la diversidad en la información y la posibilidad de recurrir a diferentes fuentes, aminora el efecto de la “noticias falsas”. Permite la reflexión y la elección en este momento de interrupción  que nos da un uso más holgado del tiempo. En la cotidianeidad de los trabajos y múltiples tareas de cada uno, hay menos posibilidades de ejercer una “vigilancia crítica” de chequeo del grado de veracidad de lo que recibimos.

También la posibilidad de comunicación que hemos podido preservar todos: los adultos mayores internados o aislados en sus hogares; los niños y adolescentes con sus amigos, con la escuela, con los trabajos.

La comunicación virtual, nos brinda otra presencialidad diferente. No suple el contacto real, afectivo de los cuerpos, que se tiene en los encuentros con los amigos, los amores,  los vínculos familiares.

No es lo mismo, pero tampoco instala una ausencia. Por eso hablamos de “otra presencialidad”. El oído, la voz, la mirada, se agudizan si podemos hacer uso de la videollamada o el encuentro por zoom. Algo se pierde, pero también algo nuevo se crea.

Entre lo negativo que se encuentra fundamentalmente en el uso de las redes -y no sólo en la pandemia-, está la manipulación subliminar que ejercen para favorecer a los anunciantes que las sostienen, en lograr el aumento de sus ganancias al, por ejemplo, obtener nuestros datos de consumo para influenciarnos.

Tocan aspectos vulnerables de las subjetividades: necesidad de certezas; necesidad de ser pensados por otros, generando dependencia y anulación del pensamiento crítico. Logran estos efectos sin la violencia directa de un déspota. Lo logran como los abusadores perversos: con sutilezas y seducción.

 

Efectos del abuso de la comunicación digital o virtual.

En niños y adolescentes en formación podemos detectar efectos del abuso de la comunicación digital o virtual ya que estimula el desarrollo de tendencias adictivas, dependientes, empobreciendo el mundo de lo vivencial, de las experiencias y de los vínculos.

En la actualidad encontramos todo tipo de estudios neurocognitivos para explorar estos efectos. No hay que apresurarse en las conclusiones. Pero seguramente se producen nuevos circuitos neuronales, diferentes de los que se activan con la lectura en papel y la escritura manual.

 

Estrategias de resistencia frente al abuso digital por la cantidad y por su contenido.

Saber decir NO a la alienación de las pantallas y rescatar “la singularidad de lo vivo” como dice Benasayag. Eso a nivel individual. Pero a nivel macro, es imprescindible que se ejerza desde el Estado, una función reguladora de las redes;  que se les ponga un límite ético. Esto implica un Estado activo y presente que apunte al bien común.

Algo de esto se ha rescatado en la “cuarentena”.

 

Estrategias para los padres: “Vivir” más tiempo con los hijos.

Quiero transmitir una experiencia de mi clínica con familias, surgida de una observación longitudinal, realizada durante varios años, desde que los hijos eran pequeños hasta la adolescencia.

Lo que voy a contar es sencillo y lo aprendí tanto de mis hijos como de observar el crecimiento de mis pacientes.

 

Hace varias décadas atrás, los hombres y las mujeres de una familia, fueron cambiando sus roles tradicionales y ambos salieron a trabajar, ya sea por necesidades económicas o por deseos de realización de proyectos personales. Entonces, sobre todo las madres, cargábamos la culpa por el tiempo que les restábamos a nuestros hijos con la realización del trabajo profesional.  Y empezó a circular entre las madres una frase engañosa:

“No importa tanto la cantidad, sino la calidad de tiempo que le brindamos a nuestros niños”. Yo la escuchaba aliviada, pero no me la creía del todo. Sospechaba que la calidad era fundamental, pero que sólo podía surgir de un importante  tiempo compartido.

Y el transcurso del devenir, me dio la razón.

Lo que yo iba aprendiendo, lo usaba con mis pacientes para alentarlos a crear espacios de actividades lúdicas y de tiempos disfrutados. Y digo de actividades lúdicas y no sólo de juegos, porque así me pareció que podía llamarle a lo que generaba un padre separado con sus tres pequeños hijos, el fin de semana que pasaban con él. Como salir al campo con ellos después de la lluvia a descubrir sapitos o lo que saltara de los charcos, dando oportunidad de surgimiento de todo tipo de charlas y comentarios. Este es el verdadero indicador. Que algo surja; que se dé lugar a la construcción del vínculo, porque no viene dado con el título de padre o madre. Todos esos padres a los que acompañé para que rescataran el disfrute de estar con sus hijos plenamente, asistieron a la satisfacción de un arribar a adolescencias creativas, no alienadas. Que hacían uso de las tecnologías, sin quitar espacio a tocar un instrumento, ir a jugar al fútbol con amigos, o aprender alguna artesanía con tutoriales en este aislamiento. Y sin que faltaran rebeliones ni discusiones disidentes, como corresponde.

En definitiva, se trata de armar estrategias de resistencia activa, construyendo y pensando con otros.  Y de apostar a enfrentar el desafío que nos presenta  la compleja realidad actual, con viejas y nuevas herramientas.

Referencias bibliográficas.

  • Benasayag, M. (2020). La singularidad de lo vivo, Buenos Aires: Prometeo.
  • Berardi, F. (2017). Fenomenología del fin. Sensibilidad y mutación conectiva. Buenos Aires: Caja Negra.
  • Castoriadis, C. (1996). El avance de la insignificancia. Buenos Aires: Eudeba.
  • Debord, G. (2005). La sociedad del espectáculo. Buenos Aires: Pre-textos.
  • Sibilia, P. (2008). La intimidad como espectáculo. Buenos Aires: F.C.E.
  • Virilio, P. (1996). El arte del motor. Aceleración y realidad virtual. Buenos Aires: Manantial.

 

*Este artículo, nace a partir de una líneas escritas en razón de una entrevista realizada para el canal de la Universidad

* *Además, Norma Delucca es

  • Ex perito Psicóloga Oficial de la Asesoría Pericial de los Tribunales (Pcia. de Bs.As.) Desde 1972 a 1998
  • Ex Profesora Titular Ordinaria de la Cátedra Psicología Evolutiva II. Carrera de Psicología. UNLP.
  • Docente Estable  Especializaciones de Posgrado en Psicología Forense y Familia, en la UNLP y en la UBA.
  • Directora de proyectos de investigación sobre el ejercicio de la parentalidad en familias con niños, adolescentes y de organizaciones diversas, de La Plata y Gran La Plata. (UNLP). (1999- 2015)
  • Directora del Proyecto de Extensión: Consultorios Psicológicos de abordaje Interdisciplinario (Facultad de Psicología- UNLP) y  Consultora/Supervisora del Área Psicología, en el Programa de Extensión: Consultorios jurídicos gratuitos (Facultad de Cs. Jur. y Soc.-UNLP).(2002-2015)
  • Actual Directora de Tesis de Doctorado sobre temáticas de la Especialidad.
  • Asesora sobre Conflictos familiares judicializados, para los Juzgados de Familia de los Tribunales de La Plata, Provincia de Buenos Aires
  • Autora de libros conjuntamente  con Hilda Abelleira :

– (2004). Clínica Forense en familias. Historización de una  práctica, Buenos Aires: Lugar. (Reedición 2011 y 2017).

          – (1985). La familia en crisis. Alternativas de la  separación,  Buenos Aires: Trieb.

  • Autora de numerosos artículos publicados en revistas científicas nacionales e internacionales sobre: Psicología Forense; Intervenciones en familia en Psicología Forense; Violencia vincular; Abuso sexual intrafamiliar; Investigaciones sobre el ejercicio de la parentalidad,  entre otros.
  • Miembro  fundador de la Asociación Argentina de Psicología Jurídica y Forense.
  • Miembro Activo de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo (AAPPG).
  • Miembro Activo de la Asociación de Evaluación e Investigación en Psicodiagnóstico (ADEIP).
  • En clínica privada: Psicoanálisis vincular de parejas y familias.
  • Supervisiones individuales y grupales de casuística de la Especialidad.