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Plantamos Memoria

19.03.2021

El 19 de marzo realizamos el evento “MEMORIA COLECTIVA. Plantamos memoria, en razón de conmemorar el día Nacional por la Memoria, Verdad y Justicia y les 30.400 compañeres detenides-desaparecides durante la última dictadura cívico-militar-eclesiástica.

Alzando la voz del ¡NUNCA MAS! e invitando a plantar memoria colectiva, llevamos a cabo un encuentro de reflexión con cine, música y poesía. Proyectamos la película “El silencio es un cuerpo que cae” de Agustina Comedi. También hubo un micrófono abierto para poesía de nuestres graduades: JAM de poesía prohibida durante el terrorismo de Estado y compartimos canciones que son parte de la memoria de nuestro pueblo.

La compañera Daiana Ballesteros participó con unas palabras enunciadas en el marco del evento:  https://fb.watch/5LVQV2-VOh/

 

PH: Sebastián Miquel

 

Plantamos memoria, Por Lic. Daiana Ballesteros

 

Hola a todes, bienvenides a este encuentro donde haremos resonar las voces para hacer florecer, una vez más, la memoria colectiva. Les agradecemos por estar acá en una actividad que a Poiesis y a les compañeres de La Hormiguera nos toca de una manera muy especial porque implica causas y luchas que hacen, nada más ni nada menos, que a nuestra identidad.

Queremos agradecer también, particularmente, a les artistas que hoy nos acompañan: Mateo Cucovillo y a Agustina Comedi por su película “El silencio es un cuerpo que cae” que estaremos proyectando en un rato.

Como todes sabemos este encuentro busca plantar memoria colectiva para que nunca más tenga lugar algo como lo que sucedió en la última dictadura cívico militar iniciada el 24 de marzo de 1976. Una dictadura que apuntó a sembrar el terror en el conjunto de la población, creando las condiciones para implantar un modelo de exclusión neoliberal. Esto requería de la desarticulación del entramado solidario y el lazo con les otres, a los fines de impedir las diversas formas de resistencia.

El Estado del terror tuvo como principal metodología la desaparición de personas. Desaparición que se extendió como un fantasma a lo largo de todo el país y que fue la base del control social: cualquiera podía desaparecer.

Nos prohibieron la poesía y quisieron dejarnos sin canciones. Desaparecer las voces, sí. Eso quisieron. Pero no supieron, porque el odio nunca sabe, que la resistencia ardía en girones en cada letra, que lo reprimido siempre vuelve para escribirse y sigue vivo y no puede ser olvidado.

Y no supieron que esas mujeres a las que llamaban locas inventarían las respuestas que no encontraban en ninguna parte. No entendieron, porque el odio nunca entiende, que el llamarse a sí mismas “madres” y “abuelas” de hijes y nietes que estaban desaparecides, nombraba a les que no estaban, les hacía existir, haciendo retornar aquello que la dictadura había buscado desaparecer.

Jamás pensaron que ellas eran la principal forma de resistencia, que esas mujeres, Madres y Abuelas serían las que restituirían con sus historias singulares, la trama desarticulada, la memoria colectiva, el tejido social arrasado.

 

Nos prohibieron la poesía y quisieron dejarnos sin canciones. Sí. Pero no pudieron frenar la pluma de Juan, escribiendo desde su exilio. Juan, que bajo la lluvia ajena gritaba que no debiera arrancarse a la gente de su país, que la gente queda dolorida, la tierra queda dolorida. Juan, que le escribía versos a su nieta desaparecida, que la buscaba en cada letra, huérfano de su hijo, desterrado de su casa.

Nos prohibieron la poesía y quisieron dejarnos sin canciones. Sí. Pero no escucharon que Alicia denunciaba sus crímenes en cada melodía y José Mercado atacaba el corazón de su modelo económico. Y jamás pudieron entender que las ideas de Rodolfo, las letras de María Elena y Paco y tantos tantos otres, no se podían matar, porque habían nacido paridas en el fuego de las causas nobles y estaban destinadas a ser, para siempre, un pedacito del inconciente colectivo.